viernes, 26 de abril de 2013
·ES LA CODICIA DE LAS ASEGURADORAS"
Mejor no tenerlo y no necesitarlo
Dueño de Nada “Es la codicia de las aseguradoras que
ya están insertas en un negocio redondo. No hay escapatoria”.
LIMA, 20 DE
ABRIL DE 2013
Detesto
hablar de mis enfermedades tanto como escuchar a otros hablar de sus
enfermedades, pero no voy a poder evitarlo para lo que me interesa comentar
esta semana. Desde hace más de una década tengo la rodilla derecha severamente
afectada por una artrosis, que felizmente, gracias a tratamientos alternativos,
logré controlar en otras articulaciones de mis huesos. Pero el daño de la
rodilla era demasiado, y entonces tuve que recurrir a un traumatólogo, que
conocí de casualidad. Estaba grabando un programa en Colán, justo cuando en un hotel
de la playa almorzaba un grupo de traumatólogos, clausurando un congreso de su
especialidad que se había realizado en Piura. Cuando me vieron, algunos de
ellos, muy simpáticos, vinieron a tomarse una foto conmigo pero yo les puse una
condición: acepto la foto con el que se haga cargo de mi rodilla.
Así
empezó un tratamiento excelente con un médico cuyo nombre voy a obviar para
evitar represalias contra él. Desde que comenzamos el tratamiento, nuestras
consultas se dieron en una clínica eficiente y completa en cuanto a servicios
complementarios y que por supuesto, trabajaba con mi seguro médico, una
precaución por la que pago mucho dinero y que cada vez tiene más restricciones
para cubrir mis males, pues ya estoy entrando en la tercera edad.
Hace
unos meses me detectaron un síndrome metabólico, algo que si se descuida se
convierte en diabetes. El primer síntoma de este síndrome es una subida de peso
inexplicable y muy acelerada, cosa que para la artrosis es veneno mortal, lo
peor que le puede ocurrir. Caí entonces en lo que se llama un “mal sistémico”,
pues unas cosas pasan a interdepender de otras. Súmesele al asunto que la pre
diabetes exige un control muy estricto de la presión arterial y sus invisibles
traiciones.
Muy
bien, semanas atrás fui a mi chequeo regular donde mi doctor y me encontré con
que la clínica estaba patas arriba, dry wall por acá, taladros por allá, una
bulla de fábrica de tuercas sin ninguna consideración a los pacientes
internados. La clínica ha sido comprada por una compañía de seguros y la van a
poner nivel A 1, misma clínica boutique.
Pensé,
que Dios los asista. Pero cuando entré a mi consulta, mi médico ni me pesó, ni
me tomó la presión. Casi sin saludarme examinó la resonancia magnética, me dijo
cuatro cosas, me pulseó un poco la pierna y a las voladas me dio una nueva
cita. Yo, con la confianza que le tengo, le pregunté qué pasaba: “Nada hermano,
los nuevos dueños nos imponen consultas de no más de veinte minutos por
paciente, si no, nos cae descuento. A ti esta consulta te cuesta 120 dólares,
el seguro te cubre un 80%, ¿sabes cuánto me llega a mí?: 30 soles”.
Este
problema de la seguridad médica es universal, en los Estados Unidos define
elecciones presidenciales. Es la codicia de las aseguradoras que ya están
insertas en un negocio redondo, pues compran clínicas, laboratorios para
análisis y se alían con fabricantes de medicamentos. No hay escapatoria, y de
verdad, no la hay. Porque además estamos en el Perú, y a pesar de que los
médicos y equipos de los hospitales públicos son muy buenos, el sistema es
imposible de sobrellevar, te mata antes de tiempo. Ah, hay una Superintendencia
de Banca, Seguros y AFPs, ¿no? ¿Están seguros? (Escribe: Rafo León)
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