domingo, 30 de septiembre de 2012
Pero la política sin políticos tiene costos
La Política sin Políticos
LaRepublica.pe ///////Domingo, 30 de septiembre de 2012 | 4:30 am
Los peruanos
detestan a sus políticos. Desde hace 25 años, existe casi un consenso en la
sociedad de que los “políticos tradicionales” son corruptos e irresponsables.
Hasta hoy, muchos peruanos creen que hay demasiados políticos en la política. Hace poco, un columnista de El Comercio
propuso “privatizar” el gobierno para reducirlo a un mínimo.
Pero el
político “tradicional” ya no domina la política peruana. De hecho, es una
especie en peligro de extinción. Los peruanos tumbaron a su clase política hace
20 años. El blanco de sus críticas hoy no es una clase política: es una
colección de novatos haciendo política.
La
desaparición de los políticos se ve en la última Encuesta de Poder. Sólo tres
de los 10 “más poderosos” en 2012 son políticos, el número más bajo–fuera de la
época de Fujimori–desde que empezó la encuesta.
Bajo Belaunde, García I y Toledo, el número de políticos en la lista
fluctuaba entre cinco y siete. En 2008 bajó a cuatro; y en 2011, a tres.
El déficit
político también se ve en el gabinete de Humala. Solo dos ministros (Jara y
Cateriano) han sido electos a un cargo público, y solo una (Jara) pertenece al
partido de gobierno. No es así en otras
democracias. En Estados Unidos, 10 de
los 16 miembros del gabinete de Obama son políticos partidarios: hay tres ex
senadores, tres ex congresistas y tres ex gobernadores. En Brasil, 22 de los 26 miembros del gabinete
son políticos partidarios: 12 del PT y 10 de otros partidos. Comparado con
otros casos, entonces, el Perú es un país donde la política se hace (casi) sin
políticos.
Defino un
político tradicional o profesional como alguien que dedica gran parte de su
vida profesional a la política. Su
carrera principal es la política. En el
Perú, quedan pocos políticos de este tipo en el nivel nacional. Y la mayoría de
ellos –Lourdes Flores, Víctor Andrés García Belaunde, Javier Diez Canseco, Alan
García y otros apristas– entraron a la política antes de 1990.
Desde 1990, ha
sido mucho más difícil mantener una carrera política. Debido a la debilidad de
los partidos y extrema volatilidad electoral, pocos políticos son
reelectos. En las últimas dos elecciones
legislativas, por ejemplo, la tasa de reelección fue solo 12%, comparado con
más de 80% en Estados Unidos y más de 50% en Brasil y Chile. Además, los
partidos peruanos ya no ofrecen dos cosas que son claves para los candidatos:
financiamiento y una buena imagen (o etiqueta).
En este
contexto, ha surgido el político no profesional. Los políticos no profesionales no se dedican
100% a la política. Se dedican a otra
profesión, ganan dinero o construyen una buena imagen, y utilizan estos
recursos para lanzarse a la política.
Muchos son empresarios con los recursos para financiar una campaña. Otros son periodistas, locutores, figuras
mediáticas, ex voleibolistas, militares retirados o rectores
universitarios. Lo que tienen en común
estos candidatos es haber acumulado cierto capital en otro campo profesional
(jugando voley, fundando universidades, haciendo golpes militares, vendiendo
fotocopiadoras) y haberlo utilizado para saltar a la política. La mayoría de estos candidatos son novatos,
sin formación o experiencia política. Y muchos no piensan en construir una
carrera política. Se quedan uno o dos
periodos y se van.
Lejos de ser
un grupo de políticos tradicionales atrincherados, entonces, la clase política
peruana es un conjunto de novatos. El
Congreso es mayoritariamente novato. Más
del 70% de los congresistas son nuevos, y el 56% no había sido electo a ningún
cargo público antes de 2011. Hay novatos
en los gobiernos regionales también. De
los 25 presidentes regionales electos en 2010, 14 habían participado en la
política menos de 10 años.
La
desprofesionalización de la política ha tenido algunos efectos positivos. Ha abierto la clase política. Hay mucha más diversidad–en términos de
género, etnicidad, y origen socioeconómico– en los cargos públicos hoy que en
el pasado. Una clase política fluida ha resultado ser más amplia y quizás más
representativa.
Pero la
política sin políticos tiene costos también. Uno es la inexperiencia. Como se ve en el caso de Humala, los novatos
políticos tienen que aprender a gobernar.
Muchos carecen de ciertas habilidades que son claves para la
gobernabilidad democrática: no saben negociar, construir coaliciones, manejar
un gabinete o lidiar con la oposición y los medios o los conflictos sociales.
En un gobierno sin estas habilidades, va a haber más errores, más crisis, y en
algunos casos, más medidas autoritarias.
La inexperiencia también se ve en el Congreso. Cuando más del 70% de los
congresistas son novatos, es muy difícil que el Congreso produzca legislación
de alta calidad o que tenga la capacidad para ser un contrapeso al Poder
Ejecutivo.
Otro costo de
la política sin políticos es el cortoplacismo. Un político que tiene poca
probabilidad de ser reelecto y construir una carrera tiene pocos incentivos
para adquirir habilidades legislativas, fortalecer las instituciones
legislativas o construir una buena imagen. Lo que tienen son incentivos para
“maximizar” sus ganancias en un solo periodo. Estos congresistas son fáciles de
cooptar (con puestos, viajes o favores judiciales), lo cual debilita el Congreso. También suelen ser más corruptos. La gran mayoría de los escándalos personales
que han plagado los últimos dos Congresos han sido protagonizados por novatos.
Eso no quiere
decir que todos los novatos son corruptos, o que los políticos profesionales no
lo son. Pero parece que los novatos
políticos –que tienen poco futuro político– están más dispuestos a llevar todo
lo que puedan en el corto plazo.
Los escándalos
de los últimos años han reforzado el descontento público hacia los
políticos. Pero los políticos de hoy no
son los mismos que fueron tumbados hace 20 años. Son novatos políticos que ocuparon su lugar.
Hay un déficit
de políticos en el Perú. Dudo que una
combinación de outsiders y técnicos será suficiente para asegurar la
gobernabilidad democrática en los años que vienen.
_____________________________
Steven
Levitsky es un destacado politólogo con estudio en Ciencias Políticas por la
Universidad de Stanford (1990) y un doctorado en la Universidad de Berkeley,
California (1999).
Desde mayo de
2008, es profesor titular de las asignaturas de Government y Social Studies en
Harvard University.
Se desempeña
como consejero de dos organizaciones de estudiantes en Harvard University: la
Organización de Harvard para América Latina, y el Proyecto de Harvard para el
Desarrollo Sostenible; y, además, ejerce de Consejo Consultivo de la Asociación
Civil POLITAI, dedicada a la investigación en Ciencia Política y Gobierno,
conformada por estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
__________________________________________________________________
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario