jueves, 27 de septiembre de 2012
RESOLUCION DE LA CORTE DE SAN JOSE - EDITORIAL DIARIO EL COMERCIO
(EDITORIAL EL COMERCIO) “OBLIGACIONES
SOBERANAS”
JUEVES 27 DE SETIEMBRE DEL 2012
La reciente resolución de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (la corte de San José) sobre la
sentencia que dio en julio la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en el
Caso Barrios Altos ha dado lugar a las críticas habituales.
Así, se ha dicho que la corte
de San José está atentando contra la soberanía nacional al pretender revertir
la forma como la Corte Suprema ha resuelto un tema dado. Esta crítica, desde
luego, es absurda: los contratos que uno suscribe en ejercicio de su libertad
no pueden atentar luego contra esta libertad. Contratar, por definición, es
limitarse, y eso fue lo que hizo el Perú cuando, en ejercicio de su soberanía
(su libertad), firmó la Convención Interamericana de Derechos Humanos y se
sometió a la jurisdicción de la corte de San José. Los límites a la voluntad de
nuestro Estado que se derivan de este sometimiento no son, pues, un recorte de
su soberanía, sino que son más bien una expresión de ella.
También se ha dicho que la
corte se ha inclinado, una vez más, del lado de los terroristas, castigando a
quienes nos libraron de la demencia asesina de Sendero. Esta afirmación tiene
muy mala base histórica. Fueron, de hecho, precisamente estrategias como las
del grupo Colina –esto es, estrategias de ataques indiscriminados en las que se
hacía pagar (mediante desapariciones, torturas y matanzas) a inocentes por
terroristas– las que durante la década de 1980 alienaron a buena parte de la
población civil y le hicieron las cosas mucho más fáciles a Sendero. Lo que
derrotó al terrorismo fue un tipo de trabajo muy diferente: principalmente, el
de inteligencia y la alianza, sistematizada en la década de 1990, del Gobierno
con las comunidades campesinas.
La resolución de la corte de
San José pidiendo que se revierta la sentencia de nuestra Corte Suprema se
sustenta, principalmente, en que esta ha violado la jurisprudencia de aquella
al decir que la matanza de Barrios Altos no fue un crimen de lesa humanidad.
Habría que agregar, sin embargo, que nuestra Corte Suprema también violó el
sentido mismo de “lesa humanidad”. Y es que lo que dijo su sentencia es que el
crimen de Barrios Altos no podía ser considerado como tal porque el objetivo
del grupo Colina no había sido matar a civiles sino a terroristas. Un argumento
que acaba de un golpe con la protección que busca otorgar la figura de “lesa
humanidad”: con esa misma premisa uno puede soltar armas químicas sobre una
población entera mientras lo haga con la intención de matar a los terroristas
que hay en ella. El hecho real es que nunca se probó que las 15 personas
(incluyendo un niño de 8 años) asesinadas en la pollada de Barrios Altos eran
terroristas y que, al menos en un Estado de derecho, todos debemos ser
considerados inocentes hasta que un juez no diga lo contrario.
Son muchos quienes creen que
una guerra contra el terrorismo debe suponer una “carta blanca” para las
Fuerzas Armadas, autorizándolas a cualquier tipo de acción contra cualquier
tipo de blanco. ¿Cuántas de esas personas pensarían igual si entre los asesinados
en una matanza indiscriminada estatal hubiese estado un hermano, un padre, un
hijo, un amigo? Por otra parte, aun si tenemos problemas para ver la humanidad
en el otro que no está directamente relacionado con nosotros, es un acto de
miopía buscar que la ley también los tenga: la historia no es ajena a los giros
extremos y uno nunca sabe cuándo los suyos pueden acabar en el lado más
vulnerable de una situación violenta –allí donde es mucho más probable que
hayan víctimas inocentes–.
Finalmente, manipulan los que
dicen que las sentencias de la corte de San José atan las manos de las
democracias frente a sus enemigos. Lo que hacen es impedirles traicionarse a sí
mismas, actuando sin esforzarse por discriminar a culpables de inocentes y
disparando “en racimo” porque así es más fácil. Después de todo, no vale menos
la vida de cada uno de los inocentes caídos en la lucha contra el terrorismo,
que la de cada uno de los que fuimos salvados por su derrota.
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