miércoles, 1 de agosto de 2012
Eran liderados por un mestizo llamado José Contreras
La rebelión de Huánuco de 1812
Miercoles, 01
de agosto de 2012 | 4:30 am
Una de las principales
rebeliones de la Emancipación ocurrió en Huánuco; ha cumplido doscientos años y
lamentablemente ha pasado casi inadvertida, confirmando nuestra corta memoria
histórica. Valga la proximidad del 28 de julio para revisar estos sucesos
que anuncian al Perú independiente.
Los indígenas del Alto Huallaga
fueron los primeros en sublevarse y obtuvieron una pequeña victoria camino a
Huánuco. Eran liderados por un mestizo llamado José Contreras y el grueso de
sus fuerzas provenía de los indígenas chupaychus. Estaban contra la continuidad
del cobro de tributo, porque efectivamente la regencia española lo había
abolido. Asimismo, tenían numerosas quejas contra las autoridades regionales,
que controlaban las mejores tierras y el comercio local. Esa oligarquía fue
combatida por varios grupos sociales que coincidieron en la rebelión. En la
puerta de la ciudad, los indios hicieron saber que su enemigo eran los
peninsulares, pero que no tenían nada contra criollos y mestizos.
Una comisión llegó a un acuerdo
con los indígenas que entraron a Huánuco en paz. Pero, el asesinato de su líder
y la comprobación que los peninsulares habían huido, hizo que se desate la
furia de las masas. La ciudad fue saqueada tres días, luego salió en procesión
la Virgen de la Dolorosa y dos sacerdotes facilitaron el restablecimiento de la
paz social.
Mientras tanto, los realistas
se habían agrupado bajo el mando del intendente de Tarma, José González de
Prada, abuelo del fundador del anarquismo. Acompañado por fuerzas salidas
de Cerro de Pasco se enfrentó a los indígenas en Ambo y fue derrotado, pero
logró retroceder y salvar sus tropas.
Por su parte, en Huánuco se
reunió el cabildo y eligió una Junta Gubernativa, compuesta por tres criollos.
Los indios regresaron y observaron con recelo a la Junta, dudaron de su
compromiso con la rebelión y sospecharon que se entendía por lo bajo con el
Intendente, que se estaba rearmando para volver a atacar. Los indios provocaron
un recambio en la Junta, habiendo asumido un criollo natural de Huánuco llamado
Juan José Crespo, quien después de la derrota fue ajusticiado junto al curaca
local y el alcalde de Huamalíes.
Los criollos de Huánuco estaban
hartos del monopolio estatal y la falta de oportunidades para los hijos del
lugar. Veían cómo la economía estaba en manos de un grupo peninsular que había
prohibido sembrar tabaco para darle exclusividad al estanco real. El tabaco era
la coca de aquel entonces y los productores se levantaron.
Se debate si la Junta realmente
buscaba la independencia, o si sólo quería autonomía local. Pero, fue derrotada
rápido y careció de tiempo para desarrollar su postura. Luego, durante el
juicio, sus líderes alegaron fidelidad al Rey, pero suena a excusa y no se sabe
qué hubiera sucedido de haber triunfado. El hecho es que los criollos de
Huánuco se atrevieron a formar una Junta Gubernativa, cuyo nombre dice mucho.
Por otro lado, esta Junta
agrupaba parte de la elite urbana, pero no las tenía todas consigo, porque
estaba confrontada con una poderosa rebelión indígena. Atrapados entre el
desborde popular y su enemigo realista, los criollos fueron dubitativos y
carecieron de firme voluntad, que perteneció enteramente a los indígenas, sin
embargo dominados por el desorden.
En declaraciones vertidas en el
juicio, los indios aluden al Inca y se escucha el eco de la expedición de Juan
José Castelli, quien había comandado a los revolucionarios platenses a una
breve incursión por el Alto Perú. El año anterior, Castelli había llegado a la
legendaria ruina de Tiahuanacu, donde había pronunciado un mensaje instando a
los indígenas a recuperar sus antiguas grandezas. El retorno del Inca y la
revolución argentina eran los parámetros de la acción política indígena.
Doscientos años después, es indudable el crecimiento y
modernización del Perú, pero también sorprende en qué elevada medida los
problemas sociales y políticos guardan semejanza con el pasado.
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Antonio Zapata Velasco es Doctor en Historia de América Latina por la
Universidad de Columbia, Nueva York. Profesor de Historia en la Pontificia
Universidad Católica del Perú, profesor del Postgrado en Ciencias Sociales de
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Investigador Asociado del
Instituto de Estudios Peruanos, especializado en historia contemporánea. Fue
director y conductor del programa de historia “Sucedió en el Perú” del canal
estatal peruano. Socialista convicto y confeso.
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