Destino: Base Naval
Domingo, 24 de noviembre de 2013 | 4:30 am
El asunto es conocido, por lo que podemos ahorrarnos algunos detalles. Alberto Fujimori, el sátrapa, de súbito se puso rebeldón. Ya se cansó de la prisión y quiere salir. Quiere largarse a su casa. Y hasta anhela retornar a la política. Y como la estrategia de la victimización no le funcionó, pues ahora se le ha dado por el pataleo y la majadería a través de entrevistas en medios de comunicación.
La primera fue a Correo, que le mandó un cuestionario para que responda. Y contestó. Aunque sin posibilidades de que Collins Candela, periodista de dicho diario, pudiese replicar o repreguntar. De hecho, Fujimori se hizo el locazo al esquivar la pregunta sobre su salida a Brunéi-Japón, por citar un ejemplo. Y ahí se despachó contra el presidente Humala. “Parece que no tuviera tiempo ni voluntad para nada”. “¿No tiene tiempo para resolver los grandes problemas de la gente? ¿O le falta voluntad? ¿O a lo mejor, capacidad?”. “Hoy más que nunca estoy convencido de que soy un preso político y un rehén de la clase política tradicional”. “Esperemos que el señor Humala no siga blindando a Toledo”. Y así. Más todavía. En su remate de puño y letra, dice: “Seré un político hasta el último suspiro”.
Y bueno. El INPE se la condonó. Pero claro. Luego vino otra entrevista –esta vez a una radioemisora– más rochosa y aparatosa que la anterior, de las que hace hervir la sangre. En la que se coludieron como cómplices, Kenji y Gago, que en realidad son los alias de Pinky y Cerebro. Y ahí, la verdad, se extralimitó. Se le fue la mano. Porque la provocación del preso de Barbadillo fue alevosa. Descarada. Intolerable. Y del abuso de autoridad de los congresistas, ni hablemos; porque nos despacharíamos un par de párrafos enormes y no tengo espacio para tanto. Como sea. Las imágenes que se propalaron en su momento hablan por sí mismas.
Pero volviendo a Fujimori, enjaulado por delitos de lesa humanidad y corrupción, algunos creyeron que luego de la bulla mediática que suscitó, la cosa se iba a quedar ahí. Y que el objetivo de llamar la atención se había cumplido. Y el INPE, ay, se mostró nuevamente indulgente. Su presidente, José Luis Pérez Guadalupe, un hombre magnánimo y generosísimo, le volvió a perdonar la vida, explicando todo lo que había ocurrido en una conferencia de prensa que yo seguí por la radio.
Cuando concluyó, me encogí de hombros y traté de rumiar el asunto despacio, con espíritu zen, pues el hígado no dejaba de repatearme debido a la patanería exhibida por Pinky y Cerebro, quienes debieron recibir una sanción inmediata por parte de sus colegas. Pero ya saben, otorongo no come otorongo, el simio no mata al simio, entre bomberos no se pisan la manguera, y nos tocaron el vals de toda la vida.
De cualquier modo, a estas alturas del artículo uno podría inferir que la cosa terminase ahí. Pero no. El déspota de los noventas volvió a las andadas. Y sin pedir permiso o autorización, como correspondía, optó por lo que mejor le sale del forro: tomar la vía irregular, la ilícita, la indebida, la clandestina, y zas, llamó a un canal de televisión para ser entrevistado.
Y acá que me disculpen los misericordiosos y compasivos de corazón, que sienten lástima por un autócrata con depresión, pero creo que esa fue la gota que colmó el vaso. Porque esto último ha sido como ver a Antauro haciendo escenitas para el público. Como la bravata del matoncito del barrio que quiere demostrar que sigue siendo el rey. Tal cual.
Así que, si me preguntan, la clemencia con el otrora tirano se la pueden guardar en cualquier sitio donde no les caiga el sol. Pero ya basta de desacatos, de burlarse de las autoridades penitenciarias y de mofarse de todos los peruanos. Así que, como decía, que cada palo aguante su vela, y que Fujimori asuma las consecuencias de sus actos insolentes. En consecuencia, espero que trasladen al preso más caro del Perú a la Base Naval o a Piedras Gordas. ¡Pero ya! A ver si aprende a comportarse, y entiende de una vez por todas que las normas existen para respetarse.
Pedro Salinas
Pedro Salinas (Lima, 1963) es periodista y escritor. Ha
conducido y dirigido diversos programas de radio y TV. En 1994 obtuvo, con
César Lévano, el Premio Nacional de Periodismo y Derechos Humanos. Es autor de
un par de obras de ficción y de varios ensayos. Además de ser columnista de La
República, también escribe en el semanario Hildebrandt en sus trece. Es autor
del blog Lavozatidebida.lamula.pe y en Twitter es @chapatucombi. Conduce
también un programa diario en radio Exitosa (95.5FM).
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