La defensa de Pisagua
Escribe: Jorge Basadre
(Basadre
1968-70, VIII: 118-120)
Como el ejército aliado de Tarapacá se
concentró en Iquique y sus inmediaciones, el ministro de Guerra chileno Rafael
Sotomayor que dirigía el ejército, decidió combatirlo desembarcando al norte de
Iquique. Con ello se interponían los invasores entre Tacna y Tarapacá; impedían
la unión de las fuerzas acantonadas separadamente en las dos zonas; cortaban,
asimismo, la retirada de los aliados desde Tarapacá; y se ponían en aptitud de
batir por separado a los refuerzos que podían enviarse desde Tacna.
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Coronel Isaac Recavarren, Héroe de Pisagua |
No se decidió Sotomayor por un desembarco
en Iquique donde tenía que combatir frontalmente con el grueso del ejército
enemigo antes de situar en tierra la artillería, los caballos y los bagajes. El
puerto de Pisagua, ubicado a 85 kilómetros al norte de Iquique, situado, por lo
tanto en la posición estratégica buscada, tenía la ventaja de contar con el
ferrocarril de 73 kilómetros que lo ponía en comunicación con Dolores, uno de
los tres pozos de agua potable en la árida región salitrera. Los otros dos
pozos eran Pozo Almonte conectado por vía férrea con Iquique; y San Lorenzo,
cuya comunicación ferroviaria era con Patillos, punto situado al sur de Iquique
y, por lo tanto inservible para los objetivos de la invasión. Otro lugar
posible de desembarco era Caleta Buena; pero estaba demasiado cerca del
ejército aliado que podía movilizarse sobre la fuerzas invasoras antes de que
concluyeran las operaciones de desembarco y afianzamiento sobre el terreno
conquistado; con el agravante de que la marcha sobre Iquique desde ahí no podía
ser por ferrocarril y no hubiera contado con servicios de agua potable.
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Pisagua |
El plan de Sotomayor fue tomar Pisagua con
una fuerza aplastante, hacer avanzar al ejército al interior con rapidez
utilizando el ferrocarril de Agua Santa y establecerlo en una oficina donde
abundara el agua, con lo cual quedaba afianzada y organizada una base de
operaciones en aquel puerto.
Poco después de la captura del Huáscar
empezó el movimiento de avance de los chilenos acampados en. Antofagasta, cuyos
efectivos habían sido reforzados con contingentes del Sur y con los obreros de
las salitreras que les sirvieron de inmejorables guías. Más o menos diez mil
hombres, con ochocientos de caballería y treinta cañones de campaña, se
dirigieron a Pisagua el 28 de octubre en quince transportes convoyados por
cuatro buques de guerra. Los mandaba el general Erasmo Escala, con el ministro
de guerra Rafael Sotomayor.
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Pisagua puerto |
Al arribar los chilenos a Pisagua el 2 de
noviembre, encontraron una heroica resistencia en la débil guarnición compuesta
por unos ochocientos bolivianos de la división mandada por el general Pedro
Villamil y unos quinientos guardias nacionales y otros habitantes de la
localidad, al mando del coronel Isaac Recavarren (2 de noviembre). La dirección
general de la defensa estuvo a cargo del general Juan Buendía que, sin saber lo
que iba a ocurrir, hallábase de visita en Pisagua para asistir al bautizo de
las baterías o con motivo de la noticia de que los bolivianos pretendían
retirarse; según una versión que Buendía no confirma en su memoria
recientemente publicada. El combate se inició al bombardear la ciudad los
buques .de guerra, cuyos cañones cubrieron el desembarco de los soldados,
después de haber logrado el silencio de los improvisados fuertes. Los rifles no
podían combatir con los cañones. La superioridad numérica de los atacantes era
abrumadora. Un precipicio escarpado y arenoso corona la pequeña ciudad de Pisagua,
edificada al borde de la playa y de donde sube en zigzag el ferrocarril. El
asalto de los chilenos acabó por dominar a la pequeña fuerza defensora,
parapetada tras de las rocas, los sacos de carbón y la vía férrea. El incendio
de más de cuarenta mil quintales de salitre consumó la derrota. Se retiraron
los peruanos hacia Agua Santa, al final de aquella línea la lucha había durado
siete horas. Los batallones bolivianos Victoria e Independencia se dirigieron a
su país.
Entre quienes se distinguieron en el
combate de Pisagua estuvo Hortensia Ceballos de Ruíz. Su esposo, su padre y sus
dos hijos pelearon en esta jornada. La familia Ruíz era una de las más
acaudaladas del puerto y acaso por ello su casa fue asaltada con especial afán
por los invasores con el fin de saquearla. Allí estaba Hortensia y para no caer
viva en poder de ellos se suicidó con una bayoneta que le alcanzó a su esposo
Alejandro Ruiz. Este murió entonces con toda la familia.
Los defensores de Pisagua marcharon al
sur a pie para reunirse con el resto del ejército aliado; pero cometieron el
error de no inutilizar las tres locomotoras y muchos carros del ferrocarril
allí existentes, ni a los víveres y forrajes, los postes del telégrafo y los
estanques, todo lo cual fue luego aprovechado por el enemigo. Así recibió éste
el obsequio de los mejores elementos en el desierto: la movilidad y el agua.
La ciudad de Pisagua conoció los horrores
del saqueo. Se ha dicho que al ser ella capturada, “la puerta del Perú fue
sacudida de sus goznes”. Estratégicamente este acontecimiento vino a ser muy
importante, pues, con la captura de dicho material, los chilenos estuvieron en
condiciones de penetrar en el interior, pudiendo, al mismo tiempo, surtirse del
recurso para combatir la sed. Además el ejército aliado que estaba en Tacna
quedó cortado del de Tarapacá.
Fuente:
Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República
del Perú. 6ta. ed. Lima: Editorial Universitaria, vol. VIII.
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