jueves, 13 de febrero de 2014
Wagner le había pedido al equipo peruano evitar cualquier expresión gestual durante la transmisión
Historia Secreta de un Fallo
Entretelones de una sentencia histórica
que llegó a buen puerto para el Perú, incluso superando la oposición del
presidente del tribunal. Ahora viene el camino de su ejecución.
Momento
en que se da inicio a la lectura del fallo en la sede de la Corte Internacional
de Justicia en La Haya.
A
las 10 y 32 de la noche del 27 de enero –7 horas más que en Lima–, un correo
del cartógrafo Scott Edmonds apareció en los inbox de los miembros del equipo.
El archivo adjunto del oriundo de Maryland lo ponía todo en blanco y negro:“The
map!”.
Un
total de 21,928 kilómetros cuadrados del llamado triángulo interior (el 57.3%
del total) y el 100% de los 28,356 kilómetros cuadrados del triángulo exterior
le correspondían ahora al Perú: 50,284 km2. El equivalente al departamento de
San Martín o el doble del territorio belga.
José
Antonio García Belaunde bajó a desayunar al comedor del hotel a las 8 de la
mañana. Afuera el frío era de 5 grados. Al excanciller se le unieron la
consejera Marisol Agüero y el jurista Roberto McLean. Media hora más tarde
llegó el embajador y también exministro Manuel Rodríguez Cuadros. A las nueve
se les sumó el otro excanciller, Eduardo Ferrero.
El
agente Allan Wagner desayunaba en la residencia de La Haya.
Una
certidumbre seguía instalada entre el equipo peruano, horas antes de la lectura
del fallo crucial. El juez ad hoc designado por Chile en la Corte Internacional
de Justicia, Francisco Orrego Vicuña, tenía que haber filtrado información
sobre el fallo al gobierno de su país.
Entre
los enviados de prensa chilenos ya era moneda corriente que la CIJ definiría el
Hito 1 –contrariamente al Punto Concordia reclamado por el Perú– como el inicio
de la frontera marítima.
Y
al menos desde mediados del año pasado (CARETAS 2291 – La Haya Hora Clave) se
comentaba con insistencia que la solución propuesta por el máximo tribunal del
orbe podía involucrar el reconocimiento del paralelo defendido por Chile hasta
cierto punto, para luego abrir la línea a la equidistancia del actual derecho
consuetudinario en el que el Perú basó su demanda.
Eso
pasó exactamente, como lo descubrieron durante los 122 minutos de la lectura
televisada de las conclusiones de la sentencia que hizo el presidente del
tribunal, Peter Tomka.
Wagner
le había pedido al equipo peruano evitar cualquier expresión gestual durante la
transmisión, pero lo cierto es que en un principio cundió cierta decepción por
la prolongación del paralelo en 80 millas, lo que se establece en la “evidencia
relevante presentada a la Corte” (parágrafo 151) y que tiene que ver con la
actividad pesquera de mediados del siglo pasado y factores estacionales de las
corrientes marítimas. En la baraja de la especulación fueron mencionadas 12, 20
y hasta 30 millas.
En
resumen, un statu quo mantenido para el mar trunco de Tacna y la pesca –tanto
artesanal como anchovetera–, pero con la posibilidad de desarrollarla en la
variante de altura en la gran extensión asignada al Perú.
Cierta
decepción que, a la hora de voltear la tortilla, fue mucho más honda en Chile,
donde se hubiera querido que el paralelo vaya hasta las 200 millas.
En
cambio, el pool internacional de abogados encabezado por el francés Alain
Pellet se mostró en un ánimo mucho más positivo.
“Todos
ellos creen que se consiguió mucho más de lo que se esperaba”, confiesa García
Belaunde.
Terminó
la lectura y Wagner se despidió con un fuerte abrazo del agente chileno Alberto
Von Klaveren.
“Siempre
dije que esto era una controversia, no un pleito”, explicó el ex canciller a
CARETAS. “Soy su amigo desde hace más de 20 años”.
Wagner
tuvo una sobria actuación en espera de la intervención del presidente Ollanta
Humala en Lima. Gracias a dos pantallas gigantes dispuestas a la entrada de
Palacio de Gobierno, en la lejana Plaza de Armas retumbaban la voz de Tomka y
su traducción simultánea.
En
La Haya no hubo brindis celebratorio. Debieron esperar la intervención del
presidente –que recibió los cálculos iniciales de mar ganado de un equipo de la
Marina de Guerra– y luego de un bufet frío dispuesto en el hotel acompañaron
por microondas la conferencia de prensa que ofreció la ministra Eda Rivas.
Eran
casi las dos de la mañana y el recepcionista del hotel todavía saludaba en
neerlandés a los peruanos que llamaban de larga distancia.
El
fallo era un motivo de celebración. Pero los documentos revelan que su parto
fue tan dramático como silencioso.
La
metodología: “Para construir una línea equidistante provisional, solo los
puntos en la costa peruana los cuales estén más allá de las 80 millas náuticas
desde el Punto A pueden ser emparejados con los puntos en la costa chilena a
una distancia equidistante”.
TOMKA
VS. SEPÚLVEDA
La
particular fisonomía del eslovaco Tomka, que parece dibujada por la imaginación
de Tolkien, se convirtió en una presencia familiar para los peruanos.
Y
resulta irónico que quien leyera un texto tan trascendente para los intereses
históricos del Perú fuera el principal contradictor de su contenido.
Tomka
se muestra de acuerdo en iniciar el límite con el paralelo en el Hito 1. Pero
en los anexos de la sentencia incluye una declaración en la que termina por
alinear su posición totalmente con la de Chile:
“El
presidente Tomka considera que el texto y la historia de la negociación de la
declaración de Santiago de 1952, así como también las actas domésticas de las
partes, apoyan la conclusión que el límite marítimo acordado se extiende hasta
las 200 millas náuticas”.
En
este caso, Tomka estuvo en contra del concepto mismo de equidistancia.
El
fallo presenta el voto de la sala sobre cinco materias: 1) iniciar el límite
con el paralelo (15 a 1), 2) comenzar en el Hito 1 (15 a 1), 3) extenderlo por
80 millas (10 a 6, con Tomka en la minoría), 4) trazar a partir de ahí la
equidistancia hasta las 200 millas (10 a 6, con la misma distribución del voto
del punto anterior) y 5) no pronunciarse sobre el pedido peruano de hacer
explícito su dominio sobre el triángulo exterior, pues ya se incluye en el
nuevo mapa (15 a 1, que fue el solitario voto de Orrego Vicuña).
Las
opiniones discrepantes anexas completan, sin embargo, lo que fue un debate
mucho más profundo.
La
narrativa del fallo establece que, si bien los documentos de 1947 y 1952 no
constituyen acuerdos limítrofes, sí presentan elementos en dirección a
establecer uno, lo que se materializa en el “acuerdo tácito” del breve
“convenio sobre zona especial fronteriza marítima” del 4 de diciembre de 1954,
que menciona el “paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos
países”.
Si
bien esa frase siempre fue el talón de Aquiles del caso peruano, las deliberaciones
reflejan la gran complejidad discutida a puertas cerradas.
El
vicepresidente del tribunal, el mexicano Bernardo Sepúlveda Amor, se pone en
las antípodas de Tomka y expresa “serias reservas con respecto a razonamiento
de la Corte en apoyo a la existencia de un acuerdo tácito de delimitación
marítima”.
El
jurista incluso “teme” que esta aproximación sea interpretada como un retroceso
del “estándar de prueba” definido como jurisprudencia en otro caso, el de
Nicaragua versus Honduras.
Esta
división explica por qué la elaboración del dictamen tomó tanto tiempo, pues ya
en julio del año pasado había trascendido el retraso.
El
procedimiento establece que el presidente dirige el comité de redacción,
siempre y cuando se identifique con la tendencia mayoritaria expresada en los
informes individuales de los jueces.
Dada
la posición de Tomka, fue Sepúlveda Amor quien cumplió ese papel. Y sus “serias
reservas” dan cuenta que incluso así debió calibrar sus votos para sacar el
fallo adelante al frente del bloque mayoritario de diez magistrados.
En
el caso de Colombia - Nicaragua el fallo de La Haya fue por unanimidad, incluso
con el voto de los jueces ad hoc.
Y
no tiene precedentes en los ambientes de la Corte que un país haya obtenido el
75% de su demanda, como ocurrió aquí.
Conseguida
la sentencia tan largamente esperada, los próximos días definirán el rumbo de
su implementación.
HORA
DE ACATAR
Tanto
Humala como el presidente chileno Sebastián Piñera, acompañado por su electa
sucesora Michelle Bachelet, confirmaron su viaje a la cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en La Habana, donde tenían
previsto encontrarse el miércoles 29.
Un
encuentro clave, por cierto.
El
acatamiento de la sentencia ha sido garantizado tanto por Piñera como Bachelet.
El primero sostuvo que su país “cumplirá y exigirá el cumplimiento” del fallo
pero añadió que la implementación deberá ser “gradual y requerirá de acuerdos
entre las partes”.
El
primer ministro peruano César Villanueva fue al grano y respondió el martes 28
que “hay que hacer cotejos y coordinaciones con ellos (los chilenos), pero no
negociaciones ni formación de comisiones”.
Aclaró
que “podemos tomar posesión desde ahora mismo”.
El
fallo no dictó las coordenadas del límite marítimo, pero fijó sus extremos: el
A (donde termina la línea del paralelo en las 80 millas), el B (donde termina
la línea de equidistancia entre ambas costas que va desde el punto A hasta el
final de las 200 millas chilenas) y el C (donde las 200 millas del Perú y Chile
se interceptan).
Por
definición, el trazo de la línea de equidistancia entre el punto A y B son los
puntos más cercanos a la costa de ambos países. La metodología fue determinada
por la Corte, en base a puntos contribuyentes en la costa de ambos países,
identificados en las líneas de base del Perú (2005) y Chile (1997): dos en la
costa peruana, y cinco en la costa chilena.
En
el caso peruano, se trata de Punta Coles y Punta Lomas, en Ica, ubicados a no
menos de 80 millas del Hito 1. En el caso de Chile, los puntos contribuyentes
son cuatro. No es necesario inventar la pólvora para trazarla. Existe software
como Carislots o Argis. “No es un trabajo de meses ni de horas, sino de días”,
explicó el capitán de navío Colver Ruiz, director de Comunicaciones de la
Armada Peruana.
El
almirante ( r ) Carlos Gamarra, quien fuera parte del comité consultivo del
equipo peruano y antes del fallo fue designado como parte de una “discreta”
comisión binacional para la ejecución del fallo (cuya existencia fue revelada
en CARETAS 2287, lo que provocó un pequeño incidente diplomático), ha explicado
que “la geodesia permite definir con claridad y exactitud y sin incertidumbre
para ninguno de los dos lados, cuál es la línea y cómo se traza”, abundó.
“El
ejercicio de los derechos soberanos no está sujeto a coordenadas precisas”,
añade Wagner. “No condiciona el disfrute de nuestros derechos”.
El
dictamen de La Haya requerirá adecuar las líneas base de ambos países, cuya
aprobación en los respectivos parlamentos puede tomar cierto tiempo.
“Pero
todo lo que sea la adecuación legislativa es para mantener un buen orden
administrativo. No condiciona su vigencia”, advierte.
¿Entonces
por qué hay señales de pies que se comienzan a arrastrar?
SEÑALES
DE ALERTA
Al
recibir de Wagner el original del fallo el martes 28 por la noche en Palacio,
Humala destacó que la decisión “fortalece nuestros lazos de hermandad” y que se
“ha impuesto el paradigma de la paz… bajo el signo del respeto mutuo y la
integración”.
En
cambio, Piñera fue innecesariamente provocador al aseverar que “la confirmación
por parte de la Corte, de que la frontera marítima comienza en el paralelo del
Hito 1, ratifica el dominio chileno del triángulo terrestre respectivo”.
Nada
tiene que ver el fallo de La Haya con límites terrestres plenamente
establecidos. El diario chileno La Segunda adelantó que para ejecutar el fallo
Piñera pediría que el Perú reconozca que ese “triángulo terrestre” (originado
en la distancia de unos 260 metros entre el Hito 1 y el Punto Concordia)
pertenece al vecino del sur.
Como
lo explicó la ministra Eda Rivas, el fallo de La Haya determina una situación
poco frecuente, que empero tiene otros 6 referentes en el mundo: el de una
pequeña “costa seca”, en este caso de tierra peruana y mar chileno.
El
canciller chileno Alfredo Moreno declaró que además será necesario “acomodar la
ley minera, la ley de pesca y adecuar el derecho peruano a la Convención del
Mar, de la cual no forma parte”.
También
informó al Senado y la Cámara de Diputados que Chile exigirá al Perú libertades
de navegación y aeronavegación en la zona en cuestión.
Reveló
que coordinará con su ya designado sucesor, Heraldo Muñoz, lo que da a entender
que pretenderían prolongar la implementación hacia el próximo gobierno.
En
una línea similar, Bachelet anunció que “trabajaré para que la sentencia sea
implementada de manera gradual y concertada entre ambos países, velando por los
intereses legítimos de Chile”.
La
presidenta electa declaró que “esperamos que la República de Perú aplique este
fallo conforme a las normas del Derecho del Mar, que se adopten las medidas,
acciones legales y reglamentarias para perfeccionar o adaptar las normas
internas a las prescripciones de la sentencia”.
Van
Klaveren ya puso una peligrosa pica en Flandes con la supuesta “necesidad” de
un cambio constitucional. La Carta Magna peruana se refiere al “dominio
marítimo” sobre las 200 millas, lo que para el agente chileno “colisiona con
los derechos de zona económica exclusiva que contempla la Convemar y que, en
extensión de 21 mil kilómetros cuadrados, Chile debe ceder a Perú de acuerdo al
fallo de La Haya”.
Si
Chile condiciona el cumplimiento del fallo a una reforma constitucional en el
Perú, corremos el riesgo de un engañoso entrampamiento.
Para
justificar el limbo jurídico internacional en el que se ha metido al no aceptar
el fallo de límites marítimos con Nicaragua, el gobierno colombiano de Juan
Manuel Santos aduce que para modificar los límites, según la Constitución de
ese país, debe celebrarse un tratado entre los dos países. Mientras tanto, el
fallo ha sido declarado “inaplicable”.
Nicaragua
tenía la opción de exigir el cumplimiento del fallo ante el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas pero optó en cambio por demandar nuevamente a
Colombia en la CIJ.
La
Convención de Viena sobre derecho de tratados es clara como este mar: ningún
país puede alegar una norma de ordenamiento interno para incumplir el derecho
internacional.
Es
lógico que un fallo de esta naturaleza tenga también el feo sabor de un sapo
que hay que tragar. Y es de esperar que esas luces de alerta sean, a la larga,
apenas unas anchovetas perdidas en un inmenso mar.
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