jueves, 13 de febrero de 2014
Wagner le había pedido al equipo peruano evitar cualquier expresión gestual durante la transmisión
Historia Secreta de un Fallo
Entretelones de una sentencia histórica
que llegó a buen puerto para el Perú, incluso superando la oposición del
presidente del tribunal. Ahora viene el camino de su ejecución.
Momento
en que se da inicio a la lectura del fallo en la sede de la Corte Internacional
de Justicia en La Haya.
A
las 10 y 32 de la noche del 27 de enero –7 horas más que en Lima–, un correo
del cartógrafo Scott Edmonds apareció en los inbox de los miembros del equipo.
El archivo adjunto del oriundo de Maryland lo ponía todo en blanco y negro:“The
map!”.
Un
total de 21,928 kilómetros cuadrados del llamado triángulo interior (el 57.3%
del total) y el 100% de los 28,356 kilómetros cuadrados del triángulo exterior
le correspondían ahora al Perú: 50,284 km2. El equivalente al departamento de
San Martín o el doble del territorio belga.
José
Antonio García Belaunde bajó a desayunar al comedor del hotel a las 8 de la
mañana. Afuera el frío era de 5 grados. Al excanciller se le unieron la
consejera Marisol Agüero y el jurista Roberto McLean. Media hora más tarde
llegó el embajador y también exministro Manuel Rodríguez Cuadros. A las nueve
se les sumó el otro excanciller, Eduardo Ferrero.
El
agente Allan Wagner desayunaba en la residencia de La Haya.
Una
certidumbre seguía instalada entre el equipo peruano, horas antes de la lectura
del fallo crucial. El juez ad hoc designado por Chile en la Corte Internacional
de Justicia, Francisco Orrego Vicuña, tenía que haber filtrado información
sobre el fallo al gobierno de su país.
Entre
los enviados de prensa chilenos ya era moneda corriente que la CIJ definiría el
Hito 1 –contrariamente al Punto Concordia reclamado por el Perú– como el inicio
de la frontera marítima.
Y
al menos desde mediados del año pasado (CARETAS 2291 – La Haya Hora Clave) se
comentaba con insistencia que la solución propuesta por el máximo tribunal del
orbe podía involucrar el reconocimiento del paralelo defendido por Chile hasta
cierto punto, para luego abrir la línea a la equidistancia del actual derecho
consuetudinario en el que el Perú basó su demanda.
Eso
pasó exactamente, como lo descubrieron durante los 122 minutos de la lectura
televisada de las conclusiones de la sentencia que hizo el presidente del
tribunal, Peter Tomka.
Wagner
le había pedido al equipo peruano evitar cualquier expresión gestual durante la
transmisión, pero lo cierto es que en un principio cundió cierta decepción por
la prolongación del paralelo en 80 millas, lo que se establece en la “evidencia
relevante presentada a la Corte” (parágrafo 151) y que tiene que ver con la
actividad pesquera de mediados del siglo pasado y factores estacionales de las
corrientes marítimas. En la baraja de la especulación fueron mencionadas 12, 20
y hasta 30 millas.
En
resumen, un statu quo mantenido para el mar trunco de Tacna y la pesca –tanto
artesanal como anchovetera–, pero con la posibilidad de desarrollarla en la
variante de altura en la gran extensión asignada al Perú.
Cierta
decepción que, a la hora de voltear la tortilla, fue mucho más honda en Chile,
donde se hubiera querido que el paralelo vaya hasta las 200 millas.
En
cambio, el pool internacional de abogados encabezado por el francés Alain
Pellet se mostró en un ánimo mucho más positivo.
“Todos
ellos creen que se consiguió mucho más de lo que se esperaba”, confiesa García
Belaunde.
Terminó
la lectura y Wagner se despidió con un fuerte abrazo del agente chileno Alberto
Von Klaveren.
“Siempre
dije que esto era una controversia, no un pleito”, explicó el ex canciller a
CARETAS. “Soy su amigo desde hace más de 20 años”.
Wagner
tuvo una sobria actuación en espera de la intervención del presidente Ollanta
Humala en Lima. Gracias a dos pantallas gigantes dispuestas a la entrada de
Palacio de Gobierno, en la lejana Plaza de Armas retumbaban la voz de Tomka y
su traducción simultánea.
En
La Haya no hubo brindis celebratorio. Debieron esperar la intervención del
presidente –que recibió los cálculos iniciales de mar ganado de un equipo de la
Marina de Guerra– y luego de un bufet frío dispuesto en el hotel acompañaron
por microondas la conferencia de prensa que ofreció la ministra Eda Rivas.
Eran
casi las dos de la mañana y el recepcionista del hotel todavía saludaba en
neerlandés a los peruanos que llamaban de larga distancia.
El
fallo era un motivo de celebración. Pero los documentos revelan que su parto
fue tan dramático como silencioso.
La
metodología: “Para construir una línea equidistante provisional, solo los
puntos en la costa peruana los cuales estén más allá de las 80 millas náuticas
desde el Punto A pueden ser emparejados con los puntos en la costa chilena a
una distancia equidistante”.
TOMKA
VS. SEPÚLVEDA
La
particular fisonomía del eslovaco Tomka, que parece dibujada por la imaginación
de Tolkien, se convirtió en una presencia familiar para los peruanos.
Y
resulta irónico que quien leyera un texto tan trascendente para los intereses
históricos del Perú fuera el principal contradictor de su contenido.
Tomka
se muestra de acuerdo en iniciar el límite con el paralelo en el Hito 1. Pero
en los anexos de la sentencia incluye una declaración en la que termina por
alinear su posición totalmente con la de Chile:
“El
presidente Tomka considera que el texto y la historia de la negociación de la
declaración de Santiago de 1952, así como también las actas domésticas de las
partes, apoyan la conclusión que el límite marítimo acordado se extiende hasta
las 200 millas náuticas”.
En
este caso, Tomka estuvo en contra del concepto mismo de equidistancia.
El
fallo presenta el voto de la sala sobre cinco materias: 1) iniciar el límite
con el paralelo (15 a 1), 2) comenzar en el Hito 1 (15 a 1), 3) extenderlo por
80 millas (10 a 6, con Tomka en la minoría), 4) trazar a partir de ahí la
equidistancia hasta las 200 millas (10 a 6, con la misma distribución del voto
del punto anterior) y 5) no pronunciarse sobre el pedido peruano de hacer
explícito su dominio sobre el triángulo exterior, pues ya se incluye en el
nuevo mapa (15 a 1, que fue el solitario voto de Orrego Vicuña).
Las
opiniones discrepantes anexas completan, sin embargo, lo que fue un debate
mucho más profundo.
La
narrativa del fallo establece que, si bien los documentos de 1947 y 1952 no
constituyen acuerdos limítrofes, sí presentan elementos en dirección a
establecer uno, lo que se materializa en el “acuerdo tácito” del breve
“convenio sobre zona especial fronteriza marítima” del 4 de diciembre de 1954,
que menciona el “paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos
países”.
Si
bien esa frase siempre fue el talón de Aquiles del caso peruano, las deliberaciones
reflejan la gran complejidad discutida a puertas cerradas.
El
vicepresidente del tribunal, el mexicano Bernardo Sepúlveda Amor, se pone en
las antípodas de Tomka y expresa “serias reservas con respecto a razonamiento
de la Corte en apoyo a la existencia de un acuerdo tácito de delimitación
marítima”.
El
jurista incluso “teme” que esta aproximación sea interpretada como un retroceso
del “estándar de prueba” definido como jurisprudencia en otro caso, el de
Nicaragua versus Honduras.
Esta
división explica por qué la elaboración del dictamen tomó tanto tiempo, pues ya
en julio del año pasado había trascendido el retraso.
El
procedimiento establece que el presidente dirige el comité de redacción,
siempre y cuando se identifique con la tendencia mayoritaria expresada en los
informes individuales de los jueces.
Dada
la posición de Tomka, fue Sepúlveda Amor quien cumplió ese papel. Y sus “serias
reservas” dan cuenta que incluso así debió calibrar sus votos para sacar el
fallo adelante al frente del bloque mayoritario de diez magistrados.
En
el caso de Colombia - Nicaragua el fallo de La Haya fue por unanimidad, incluso
con el voto de los jueces ad hoc.
Y
no tiene precedentes en los ambientes de la Corte que un país haya obtenido el
75% de su demanda, como ocurrió aquí.
Conseguida
la sentencia tan largamente esperada, los próximos días definirán el rumbo de
su implementación.
HORA
DE ACATAR
Tanto
Humala como el presidente chileno Sebastián Piñera, acompañado por su electa
sucesora Michelle Bachelet, confirmaron su viaje a la cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en La Habana, donde tenían
previsto encontrarse el miércoles 29.
Un
encuentro clave, por cierto.
El
acatamiento de la sentencia ha sido garantizado tanto por Piñera como Bachelet.
El primero sostuvo que su país “cumplirá y exigirá el cumplimiento” del fallo
pero añadió que la implementación deberá ser “gradual y requerirá de acuerdos
entre las partes”.
El
primer ministro peruano César Villanueva fue al grano y respondió el martes 28
que “hay que hacer cotejos y coordinaciones con ellos (los chilenos), pero no
negociaciones ni formación de comisiones”.
Aclaró
que “podemos tomar posesión desde ahora mismo”.
El
fallo no dictó las coordenadas del límite marítimo, pero fijó sus extremos: el
A (donde termina la línea del paralelo en las 80 millas), el B (donde termina
la línea de equidistancia entre ambas costas que va desde el punto A hasta el
final de las 200 millas chilenas) y el C (donde las 200 millas del Perú y Chile
se interceptan).
Por
definición, el trazo de la línea de equidistancia entre el punto A y B son los
puntos más cercanos a la costa de ambos países. La metodología fue determinada
por la Corte, en base a puntos contribuyentes en la costa de ambos países,
identificados en las líneas de base del Perú (2005) y Chile (1997): dos en la
costa peruana, y cinco en la costa chilena.
En
el caso peruano, se trata de Punta Coles y Punta Lomas, en Ica, ubicados a no
menos de 80 millas del Hito 1. En el caso de Chile, los puntos contribuyentes
son cuatro. No es necesario inventar la pólvora para trazarla. Existe software
como Carislots o Argis. “No es un trabajo de meses ni de horas, sino de días”,
explicó el capitán de navío Colver Ruiz, director de Comunicaciones de la
Armada Peruana.
El
almirante ( r ) Carlos Gamarra, quien fuera parte del comité consultivo del
equipo peruano y antes del fallo fue designado como parte de una “discreta”
comisión binacional para la ejecución del fallo (cuya existencia fue revelada
en CARETAS 2287, lo que provocó un pequeño incidente diplomático), ha explicado
que “la geodesia permite definir con claridad y exactitud y sin incertidumbre
para ninguno de los dos lados, cuál es la línea y cómo se traza”, abundó.
“El
ejercicio de los derechos soberanos no está sujeto a coordenadas precisas”,
añade Wagner. “No condiciona el disfrute de nuestros derechos”.
El
dictamen de La Haya requerirá adecuar las líneas base de ambos países, cuya
aprobación en los respectivos parlamentos puede tomar cierto tiempo.
“Pero
todo lo que sea la adecuación legislativa es para mantener un buen orden
administrativo. No condiciona su vigencia”, advierte.
¿Entonces
por qué hay señales de pies que se comienzan a arrastrar?
SEÑALES
DE ALERTA
Al
recibir de Wagner el original del fallo el martes 28 por la noche en Palacio,
Humala destacó que la decisión “fortalece nuestros lazos de hermandad” y que se
“ha impuesto el paradigma de la paz… bajo el signo del respeto mutuo y la
integración”.
En
cambio, Piñera fue innecesariamente provocador al aseverar que “la confirmación
por parte de la Corte, de que la frontera marítima comienza en el paralelo del
Hito 1, ratifica el dominio chileno del triángulo terrestre respectivo”.
Nada
tiene que ver el fallo de La Haya con límites terrestres plenamente
establecidos. El diario chileno La Segunda adelantó que para ejecutar el fallo
Piñera pediría que el Perú reconozca que ese “triángulo terrestre” (originado
en la distancia de unos 260 metros entre el Hito 1 y el Punto Concordia)
pertenece al vecino del sur.
Como
lo explicó la ministra Eda Rivas, el fallo de La Haya determina una situación
poco frecuente, que empero tiene otros 6 referentes en el mundo: el de una
pequeña “costa seca”, en este caso de tierra peruana y mar chileno.
El
canciller chileno Alfredo Moreno declaró que además será necesario “acomodar la
ley minera, la ley de pesca y adecuar el derecho peruano a la Convención del
Mar, de la cual no forma parte”.
También
informó al Senado y la Cámara de Diputados que Chile exigirá al Perú libertades
de navegación y aeronavegación en la zona en cuestión.
Reveló
que coordinará con su ya designado sucesor, Heraldo Muñoz, lo que da a entender
que pretenderían prolongar la implementación hacia el próximo gobierno.
En
una línea similar, Bachelet anunció que “trabajaré para que la sentencia sea
implementada de manera gradual y concertada entre ambos países, velando por los
intereses legítimos de Chile”.
La
presidenta electa declaró que “esperamos que la República de Perú aplique este
fallo conforme a las normas del Derecho del Mar, que se adopten las medidas,
acciones legales y reglamentarias para perfeccionar o adaptar las normas
internas a las prescripciones de la sentencia”.
Van
Klaveren ya puso una peligrosa pica en Flandes con la supuesta “necesidad” de
un cambio constitucional. La Carta Magna peruana se refiere al “dominio
marítimo” sobre las 200 millas, lo que para el agente chileno “colisiona con
los derechos de zona económica exclusiva que contempla la Convemar y que, en
extensión de 21 mil kilómetros cuadrados, Chile debe ceder a Perú de acuerdo al
fallo de La Haya”.
Si
Chile condiciona el cumplimiento del fallo a una reforma constitucional en el
Perú, corremos el riesgo de un engañoso entrampamiento.
Para
justificar el limbo jurídico internacional en el que se ha metido al no aceptar
el fallo de límites marítimos con Nicaragua, el gobierno colombiano de Juan
Manuel Santos aduce que para modificar los límites, según la Constitución de
ese país, debe celebrarse un tratado entre los dos países. Mientras tanto, el
fallo ha sido declarado “inaplicable”.
Nicaragua
tenía la opción de exigir el cumplimiento del fallo ante el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas pero optó en cambio por demandar nuevamente a
Colombia en la CIJ.
La
Convención de Viena sobre derecho de tratados es clara como este mar: ningún
país puede alegar una norma de ordenamiento interno para incumplir el derecho
internacional.
Es
lógico que un fallo de esta naturaleza tenga también el feo sabor de un sapo
que hay que tragar. Y es de esperar que esas luces de alerta sean, a la larga,
apenas unas anchovetas perdidas en un inmenso mar.
domingo, 9 de febrero de 2014
Canciller chileno, Alfredo Moreno, admitió que el fallo"no se refiere a la frontera terrestre"
Canciller chileno: Fallo de La Haya no se
refiere a frontera terrestre
Domingo, 09 de Febrero
2014 |
12:38 pm
El
canciller chileno, Alfredo Moreno, admitió que el fallo de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya "no se refiere a la frontera
terrestre", pues solo fija el límite marítimo entre el Perú y Chile.
"No
hay una ejecución del fallo en la frontera terrestre", sostuvo en una
entrevista que concedió el sábado último al diario El Mercurio de Chile.
Moreno
avaló así lo que en Perú se ha sostenido unificadamente desde las más altas
autoridades, pese a que apenas conocido el veredicto de la CIJ, el presidente
chileno, Sebastián Piñera, en cadena nacional, afirmó que se había ratificado
la soberanía de su país en el denominado "triángulo terrestre".
Aunque
el canciller sureño insistió en la tesis de que dicho espacio territorial le
pertenece a Chile, remarcó que "el fallo no entra en el tema terrestre y,
en ese sentido, no tenemos nada que implementar".
Indicó
que en la reunión denominada "2+2" que sostuvo en Santiago con la
canciller peruana, Eda Rivas, y los ministros de Defensa de ambas naciones, se
abordó únicamente la ejecución del fallo y, en ese sentido, ratificó que las
coordenadas que trazan la línea de la frontera marítima entre el Perú y Chile
estarán listas a fines de marzo.
“Esto
dio como resultado que en 60 días vamos a tener una cartografía que será vista
y revisada por el 2+2 en Lima”, afirmó el ministro chileno, al referirse a la
reunión que se llevará a cabo el 24 y 25 de marzo, esta vez en la capital
peruana.
viernes, 7 de febrero de 2014
Diplomáticos progresistas y al mismo tiempo “políticos”
Tributo a Torre Tagle
Viernes, 07 de febrero de 2014 | 4:30
am
La sentencia de la Corte Internacional
de Justicia (CIJ) de La Haya sobre los límites marítimos Perú/Chile corona un
memorable esfuerzo de la política exterior peruana, quizás el más importante de
los realizados entre la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va del
actual, tanto por los objetivos planteados como por la destreza con la que se
encararon. Si existe una figura central en este largo proceso, esta es la
diplomacia peruana.
Desde los años ochenta y por 30 años
Torre Tagle ha sabido construir y sostener una estrategia que logró sobrevivir
las vicisitudes de la política interna. El “memorando Bákula” de 1986, el
documento que entregara a la cancillería chilena el embajador Juan Miguel
Bákula luego de una visita expresa a Santiago, enviado por el canciller peruano
de entonces, no es una causalidad; corta y precisa, sus 936 palabras sintetizan
la maduración de la convicción en Torre Tagle sobre la necesidad de resolver
definitivamente el más importante pendiente de las relaciones peruano chilenas
desde el Tratado de 1929 desde una perspectiva realista, principista, y no
revanchista.
En el documento se alude a los ejes de
una posición que se mantendrá hasta en la fase oral de La Haya el año 2012, y
después: 1) que los acuerdos de los años 50 fueron fórmulas cuyo objetivo era
evitar incidentes de pesca; 2) que una interpretación extensiva de estos
afectaría los legítimos intereses territoriales del Perú; y 3) que es preciso
definir los límites marítimos entre ambos países como consecuencia de la aprobación
de la Convención sobre el Derecho del Mar que contó con el voto del Perú y de
Chile.
La elaboración y gestión de esto que
llamaríamos la visión de La Haya fue posible por la intersección de dos
generaciones de diplomáticos, la vieja guardia (a decir de Bákula “la última
que puede sentir rencor hacia Chile”) influida por el Tratado de 1929 y las
gestiones limítrofes del siglo XX con Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador, y un
grupo de entonces jóvenes diplomáticos progresistas y al mismo tiempo “políticos”
en el sentido más fiel de la palabra. El fruto de esta intersección fecundó a
las dos generaciones siguientes de Torre Tagle.
Esta convicción fue perturbada por la
autodenominada etapa “pragmática” de nuestras relaciones internacionales
durante el fujimorismo, que atravesaron por el ignominioso despido de 117
diplomáticos en 1992 y las borrascosas Convenciones de Lima, gestionadas
chambonamente y que obviamente quedarán en el debe de nuestra contabilidad
diplomática. A pesar de ello, siendo justos, en esa etapa también se cerró la
frontera con Ecuador en medio de sucesivas crisis políticas luego de la Guerra
del Cenepa de 1995.
Fue mérito de Torre Tagle que se
mantenga inalterable la visión que nos llevó a La Haya en todos los hitos de
este proceso: el mismo memorando (1986); la presentación por Chile de su carta
náutica ante las NNUU (2000); el pedido formal de negociaciones bilaterales a
Chile (2004); la aprobación por el Congreso de Ley de Líneas de Base del
Dominio Marítimo del Perú (2005); la presentación de la demanda y la formación
del equipo peruano (2008); la presentación de la memoria (2009); la continuidad
del equipo a pesar del cambio de gobierno (2011); y el informe oral (2012).
Debió ser complicado para Torre Tagle
lidiar en este punto con políticos y hombres de negocios utilitarios y
oportunistas tomando en cuenta que nuestra cancillería es también objeto y
escenario, como otras instituciones de servicio público, de rencillas
personales y de grupo. El más complejo de los desafíos fue la estrategia de las
cuerdas separadas, jaqueada tanto por las decisiones chilenas –por ejemplo su
cuantioso equipamiento militar– y por los extremos internos, desde el
aperturismo radical y casi antisoberanista que nos proponía huir hacia adelante
en materia comercial buscando con el empresariado chileno un lenguaje común
ajeno a la política y pasar de las cuerdas separadas a los mundos divorciados
hasta la visión militarista que pugnaba por el rearme peruano de cara a la
confrontación, incluido el congelamiento comercial.
Juan de la Puente
domingo, 2 de febrero de 2014
“El tema está zanjado, las coordenadas son un ejercicio técnico y punto"
José Antonio García Belaunde:
“No dudo que el Perú ha ganado con el
fallo”
Domingo
02 de febrero del 2014 | 07:20
“El tema está zanjado, las coordenadas
son un ejercicio técnico y punto; ahí no hay negociación posible. Este es un
fallo internacional, no hay nada que arreglar”, sostiene.
PATRICIA
QUISPE V. (pquispe@peru21.com)
Para
el coagente peruano ante La Haya, José Antonio García Belaunde, el fallo de la
corte supranacional pone fin al diferendo marítimo con Chile y también a su
activa carrera diplomática, cuyos matices revelará en un libro que publicará en
los próximos meses. Mientras, reseña a Perú21 algunos entretelones del difícil
proceso.
¿Cómo
se siente concluido el proceso ante La Haya?
Muy
contento con el resultado, muy honrado de ser parte de ese equipo maravilloso
que dedicó muchos años y con tanta mística a este trabajo. Y una cosa
importante es que en todo este tiempo –entre enero de 2008 y diciembre de 2012,
es decir entre la presentación de la demanda y la fase oral– la gente confió en
nosotros pese a que estábamos obligados a guardar reserva.
¿Obtuvimos
más de lo que se esperaba? ¿Nos hubiera ido mejor o peor si Chile aceptaba la
negociación que el Perú le propuso en su momento?
Es
muy difícil (saberlo) porque la negociación nunca se dio, ni nos sentamos
siquiera a la mesa. Puedo decir que, en los términos en que Chile estaba
dispuesto a negociar, nos ha ido mucho mejor.
El
tecnicismo del fallo le impide comprender fácilmente al ciudadano común qué es
lo el Perú ha ganado en términos prácticos…
Lo
que ha ganado el Perú es incorporar a su dominio marítimo 50 mil kilómetros
cuadrados en los cuales va a ejercer soberanía y jurisdicción. Hemos ganado 22
mil kilómetros que tenía Chile bajo su dominio, y 28 mil kilómetros que eran
parte de dominio interno y eran, incluso, de difícil acceso.
¿El
equipo peruano se ubicó en algún momento en este escenario?
El
equipo peruano estaba convencido, al final de la fase oral, en diciembre de
2012, que Chile no había podido demostrar que había un acuerdo de límites, y
que la Corte no iba a aceptar que la Declaración de Santiago lo era. El equipo
pensaba que el paralelo se iba a quebrar, podía ser en la milla 12, en una
mayor, pero el paralelo no iba hasta las 200 millas. A eso ayudó también tener
un Tratado de Límites con Ecuador que, además, inscribimos juntos ante Naciones
Unidas. Con Chile no había nada parecido a eso, por eso estuvimos tan
convencidos.
El
siguiente paso es fijar las coordenadas, ¿qué viene después?
Este
es un fallo internacional, no hay nada que arreglar. Perú y Chile van a tener
que hacer ajustes en la legislación interna para tener todo ordenado, pero el
fallo hay que cumplirlo, y si hay leyes que van contra él se suspenden porque
el fallo manda. El tema está zanjado, las coordenadas son un ejercicio técnico
y punto, ahí no hay negociación posible. Simplemente hay que cotejar los
números que tenemos. ¿Cuánto puede demorar? No lo sé.
Según
una encuesta de Datum, el 58.5% de chilenos considera que el que ganó la
demanda fue el Perú.
Bueno,
yo no dudo que el Perú ha ganado. Un periodista chileno, después del fallo, se
me acercó y me preguntó: “Y usted, ¿cómo considera esto, cómo una derrota o un
fracaso? No le contesté. Simplemente me di cuenta que no había entendido nada,
y si no entiende yo no le voy a explicar; que vaya a hacer su curso de
comprensión de lectura (sonríe). La verdad es que es un fallo muy jurídico,
difícil de seguir. Le digo el fallo sierra porque cuando uno creía que subía a
un punto, bajaba a otro punto y luego volvía a subir. Allan Wagner decía que
era una montaña rusa.
¿Cómo
se ha sentido recibiendo el reconocimiento popular a su retorno al país?
Abruma,
porque soy diplomático –como lo son Allan Wagner y Manuel Rodríguez Cuadros–.
Claro, hemos sido cancilleres, pero básicamente hemos sido diplomáticos, y
sentimos que hemos cumplido con nuestro deber porque así fuimos formados, y lo
hicimos de la mejor manera que fuimos capaces de hacerlo. Nunca nos pusimos en
la cabeza que por esto la gente nos aplaudiera y recibiera con aplausos, pero
es muy grato y estamos muy halagados.
En
el adelanto de sus memorias reconoce como una dificultad para el proceso que el
Perú no se haya adherido a la Convención del Mar (Convemar). En esta coyuntura,
¿es necesario o conveniente ese trámite?
No
es necesario, pero sí conveniente. Creo que un país como el Perú, que está
inserto en la comunidad internacional, que es parte de todos los organismos
internacionales importantes, que apuesta por la integración y que ha recurrido
a la Corte de La Haya para asumir más claramente su compromiso con un orden
internacional dotado de Derecho, no tiene sentido que no sea parte de la
Convemar. No es necesario, pero es un sinsentido porque la Convemar ratificó la
tesis peruana de las 200 millas.
Entre
los opositores a esta adhesión en el anterior régimen estuvo el Partido
Nacionalista que ahora es gobierno. ¿Usted espera que hayan cambiado de
posición?
No
lo sé, no he preguntado. Lo importante es que nosotros pudimos hacer la demanda
pese a no ser parte de la Convemar, que fue utilizada por Chile para crear un
ambiente de zozobra, haciendo creer que como el Perú no era miembro, entonces
no podría aplicar el fallo de la Corte si le era desfavorable. Ese fue un
debate larguísimo, pero llegamos a la conclusión que podíamos hacer un buen
caso sin estar en la Convención del Mar.
¿Cómo
nació la idea de escribir sus memorias?
Fui
canciller cinco años y tuve responsabilidades importantes, como que los astros
se alinearon. Tuvimos que tomar una decisión sobre Chile, al mismo tiempo
tuvimos dos cumbres en Lima y negociamos y conseguimos el apoyo de la mayoría
demócrata para el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Personalmente
me involucré en sacar los mandatos de la Unión Europea para negociar el acuerdo
comercial con Colombia, y negocié el acuerdo de límites con Ecuador. Entonces
dije: “He hecho esto desde una perspectiva de diplomático y debo dejar
testimonio de lo que fue esta gestión que tuvo momentos importantes”. Así
empecé a escribir estas memorias…
Que
no se circunscriben al tema de la demanda ante La Haya…
No.
Lo que ha aparecido es la parte del capítulo dedicado a la relación Perú–Chile;
no es toda la relación Perú–Chile. Llegué a la fase oral porque como esto era
un adelanto sobre el tema lo añadí, pero no voy a ir más allá porque son mis
memorias de ministro, y yo dejé de serlo antes del fallo. A lo que me he
comprometido con el asesor jurídico de la Cancillería es a hacer un libro sobre
el proceso mismo, más técnico, menos chismoso.
¿Cuándo
empezó a escribir?
Hace
como seis meses, tengo varios capítulos. Durante mi gestión ni siquiera tomaba
apuntes, por eso me cuesta mucho, porque estoy usando la memoria. Creo que
estarán completas a mediados de año.
Ud.
habla ahí de halcones, de políticos de uno y otro partido y periodistas que se
opusieron públicamente a la demanda. ¿Fue difícil enfrentarse a ellos?
La
dificultad que tiene un no político que llega a un puesto político como el de
ministro es que puede ser un hombre erudito, versadísimo en la materia de su
ministerio, pero lo que nadie le ha enseñado nunca es cómo se relaciona con los
políticos, parlamentarios y periodistas; es un aprendizaje muy complicado. Ya
después de unos años, incluso, yo siempre les decía a los periodistas: “A uds.
lo que les gusta son los ministros nuevos porque como son bisoños pisan todos
los palitos que les ponen, por eso no les gustan los ministros viejos”. En mi
caso yo tenía el problema de que no podía revelar a nadie mi estrategia.
¿Fue
un error entonces confiar en Álvaro Vargas Llosa y explicarle el por qué de
algunas medidas adoptadas por el Perú en 2007?
Pasemos
esa página… Era difícil porque el tema de límites siempre es de mucha
sensibilidad y hay mucha gente que quiere montarse sobre eso, no solo en el
Perú, también en Chile…
Justamente
muchos han criticado al expresidente Alan García por adelantarse al
pronunciamiento del jefe de Estado sobre la sentencia.
(Sonríe)
Obviamente no nos hemos olvidado que él tomó la decisión de presentar la
demanda, pero sí olvidamos que no fue una decisión fácil de tomar. ¿Qué tal si
hoy no estuviéramos celebrando los 50 mil kms.? ¿Qué tal si la Corte hubiera
dicho que el del 52 sí fue un tratado de límites? ¿O que la Corte hubiera dicho
lo que dijo Tomka en su voto? Que el Tratado de 1954 era de límites. Y si su
opinión hubiera sido mayoría, ¿qué nos hubieran dicho? Lo que quiero decir es
que sí era un riesgo y hubo que tomar muchas precauciones.
¿Al
momento de escuchar el fallo fue difícil poner cara de póker y no demostrar
emociones?
(Ríe)
Supongo que sí. Nos habíamos hecho la idea de poner, no sé si cara de póker,
pero había que estar serenos.
¿Qué
anécdotas recuerda?
No
soy bueno recordando anécdotas. Fue un proceso complejo porque era mucha gente
que venía de muchos sitios: diplomáticos, marinos, historiadores, cartógrafos,
geógrafos, hidrógrafos y juristas extranjeros. Lo más difícil fue ensamblarlos,
hacer que todos pudieran trabajar juntos, y en eso tiene mucho mérito Allan
Wagner. Lo más grato terminaba siendo el debate porque uno se enriquecía, eran
grandes abogados y los aportes eran de mucho nivel. Había también que pasar por
alto algunas cosas. Definitivamente, (Alain) Pellet, con todo lo simpático que
podía ser, decía brusquedades. Él me dijo: “Oiga, usted va a perder”. Era
brusco. Yo le contesté: “Sí, voy a perder, pero quiero perder con usted, ¿qué
le parece?”.
Su
último acto como miembro del equipo jurídico en la Cancillería fue muy emotivo.
De
alguna forma no solo termina este caso tan emblemático para Allan Wagner y para
mí. Este es el final de nuestras carreras; ahora sí me jubilo totalmente. Ya
estaba jubilado, pero este último encargo que tenía ha terminado. Es bonito y
emocionante pensar que la carrera de uno se termina con el fallo de La Haya, es
una suerte, un privilegio.
¿Y
si lo llaman para colaborar con este o con el próximo gobierno?
No
hay que especular nunca, no me gusta. Tengo una actividad académica que no he
descuidado, que voy a mantener, y también unas consultorías. Tengo actividad,
pero no diplomática ni pública, es absolutamente privada. Todos cumplimos un
ciclo; de repente estoy esperando un ciclo interesante. Ya uno ha hecho lo que
tenía que hacer, que vengan otros a hacer cosas, es la ley de la vida.
TENGA
EN CUENTA
-
García Belaunde explicó que el fallo no establece plazos para su ejecución
porque entra en vigencia a partir de su dación.
-
Precisó que la decisión de fijar la nueva frontera marítima desde el punto de tierra
hacia las 80 millas
se
basa en antecedentes pesqueros.
-
La llamada costa seca implica que hay una diferencia entre el fin de la
frontera terrestre y el inicio de la frontera marítima, indicó.
FRASES
-
“La diplomacia peruana en el exterior se ve muy bien, mejor de como la vemos
los peruanos, que somos mezquinos y tenemos algunos estereotipos de los
diplomáticos de cocteles y clichés de diplomáticos muy elegantes y frívolos”.
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“Javier Pérez de Cuéllar nos decía que un buen diplomático no es una persona
muy inteligente sino muy bien informada, y nos obligaba a sus colaboradores a
estar muy bien informados”.
-
“Los diplomáticos tenemos mucho de periodistas, tenemos que estar con el oído
parado para saber por dónde viene la mano”.
-
“Cuando yo estaba en la ONU, en época de Asamblea General llegaban todos los
ministros, y tenía que ir a cuatro cocteles en una noche. ¿Usted cree que es
bueno ir a cuatro cocteles? Pero se trabajaba y se conversaba y se pasaba
información”.
-
“He sido muy afortunado. Tuve tres grandes maestros: Carlos García Bedoya,
Javier Pérez de Cuéllar y Juan Miguel Bákula”.
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