Humberto Campodónico |
lunes, 19 de agosto de 2013
Ha sido esta una década perdida para reducir la vulnerabilidad
Más allá de la maldición de los recursos
Lunes,
19 de agosto de 2013 | 4:30 am
Existe una amplia literatura económica que habla de una
maldición para quienes poseen abundantes recursos naturales, tales como
petróleo, minerales y productos agrícolas: éstos tendrían un menor crecimiento
económico que quienes no los poseen. A lo que se agrega una acentuación en la
desigualdad en la distribución del ingreso.
Uno de los males consiste en que
la abundante entrada de divisas lleva a una sobre oferta de dólares y, por
tanto, a un dólar barato. Por lo mismo, los bienes importados bajan de
precio, perjudicando a la industria nacional y desincentivando nuevas
inversiones. Esta es la “enfermedad holandesa”, por lo que pasó en ese país
cuando se descubrieron grandes yacimientos de petróleo.
Otro mal es el “rentismo”: los
gobernantes se acostumbran a recibir “facilito” los dólares de las actividades
extractivas, generando “pereza fiscal”: disminuye la preocupación en
recaudar los impuestos necesarios (se contentan con lo que tienen). Y estos
grandes ingresos generan adicción: los gobiernos incentivan la entrada continua
de inversiones en recursos naturales para mantener el statu quo.
Otra característica es que la poca
transparencia es el caldo de cultivo de la corrupción. Esto no solo genera
inequidad sino un gran malestar social. Por ello, a principios de este milenio
se creó la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, que
reúne a gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil con el
objetivo de “transparentar” y monitorear los pagos de impuestos que realizan
las empresas. El Perú es miembro pleno del EITI desde hace dos o tres años.
Sin embargo, hay quienes afirman
que la existencia de todos estos males no lleva, necesariamente, a la
maldición. Así, Paul Collier, economista de la Universidad de Oxford, dice en
su último libro “El Planeta Devastado” (Oxford University Press, 2010): “la maldición
de los recursos naturales está limitada a los países que tienen una gobernanza
débil”. Por gobernanza se entiende un marco institucional que impida las malas
prácticas y la “pereza fiscal”, lo que va de la mano con políticas económicas y
monetarias que, por ejemplo, impidan la apreciación de la moneda (ahí sí
estamos en falta).
Si esto se hace, no habría la tal
maldición. Más bien, nos debería interesar construir esa buena “gobernanza”, al
mismo tiempo que esas “buenas” políticas económicas y monetarias. ¿Así de
fácil?
No, porque incluso la aplicación
de lo señalado se desarrolla en un ámbito muy distinto al de los impactos
directos e indirectos en el medio ambiente y, también, en las poblaciones
directamente afectadas. Así, por ejemplo, la construcción de una represa en la
amazonía puede tener buena “gobernanza” pero muy malos impactos ambientales y
sociales. Esta esfera, entonces, necesita una “gobernanza” ad hoc, como, por
ejemplo, la consulta previa a las comunidades originarias y, también, la preservación
de la biodiversidad amazónica. El Perú está retrocediendo en este terreno.
Pero falta más. La dependencia en
la exportación de unas pocas materias primas genera “vulnerabilidad externa”.
Si disminuyen sus precios, bajarán los ingresos de divisas por exportaciones y,
también, las utilidades de las empresas (eso reduce el canon minero y provoca
las protestas que hoy vemos), lo que reducirá los ingresos fiscales: tendremos
balanza comercial negativa, dólar al alza y déficit fiscales.
¿Suena conocido? ¿Alguien escuchó
hablar de “vacas más flacas” o “menos gordas”? Justamente por eso hay que ir
más allá de las dos “gobernanzas” señaladas. Se trata de diversificar la base
productiva y las exportaciones para reducir la excesiva dependencia en las materias
primas. Es lo que han hecho los países asiáticos, a partir de políticas activas
del Estado.
Han pasado diez años con viento a
favor (y no se aprovechó ese lapso para cobrar un impuesto a las
sobreganancias) pero el 75% de las exportaciones del Perú sigue siendo materias
primas. Se pudo hacer mucho en este periodo, pero se prefirió el facilismo del
“piloto automático”. ¿Ha sido esta una década perdida para reducir la
vulnerabilidad? Sí.
No hay, entonces, maldición
inevitable de los recursos naturales. Se necesitan buenas “gobernanzas”
y, también, políticas que reduzcan la vulnerabilidad externa e impulsen la
transformación de la base productiva (allí se insertan el gasoducto del sur y
el polo petroquímico, que saldrán, ¿para las calendas griegas?). De eso
carecemos hoy.
Humberto Campodónico
Estudió Ingeniería
Industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería. En 1977 obtuvo el Magíster
en Desarrollo Económico en la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne. A su
regreso al Perú, trabajó en el Instituto Nacional de Planificación.
Desde 1978 es catedrático en la
Facultad de Economía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde
obtuvo el cargo de decano en el 2010.
Se desempeñó en el Centro de
Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) y en la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), como investigador desde 1984 y como asesor
en 2001 y 2002 respectivamente.
Fue asesor de Ollanta Humala,
presidente electo por las elecciones generales del Perú de 2011. Recientemente
fue designado como presidente de Petroperu.
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