domingo, 18 de noviembre de 2012

La declaración de Santiago de 1952 no fija límites


Desde el terreno del adversario
Domingo, 18 de noviembre de 2012 | 5:00 am
“El Perú no puede desconocer los tratados que ha firmado” se repite aquí, en Santiago de Chile, al unísono. En los últimos tres días he tenido la oportunidad de conversar con mucha gente sobre el litigio que Perú y Chile ventilan en la Corte de La Haya sobre límites marítimos, y el mensaje oficial parece haber calado hondo. El pueblo chileno está absolutamente convencido de que existen tratados entre Chile y Perú que fijan los límites, desde la década del cincuenta, en el paralelo marítimo que nace en la frontera terrestre.
Sin embargo, al igual que en nuestro país, existen distintos niveles de la compresión del problema. Conversé durante una hora con transeúntes de una céntrica calle de Santiago. Muchos no tenían un conocimiento mayor del tema, pero todos manifestaron una desconfianza enorme hacia el Perú. Somos vistos como un país informal, que no cumple su palabra y que los ha “invadido” de peruanos que les quitan trabajo. Un par de personas me pidieron explícitamente que todos los peruanos se vayan de Chile. Me sorprendió que exista un sentimiento antiperuano tan extendido como nuestro antichilenismo histórico. Como dirían algunos, ¿el sentimiento es mutuo?
Los que conocían un poco más del tema repitieron una y otra vez la historia de los tratados de límites que el Perú no quiere reconocer, pero no podían señalar ni años ni contenido de estos. La versión oficial, desde que se inició el litigio, les ha dado garantías sólidas una y otra vez a los chilenos diciendo que no hay nada de qué preocuparse porque tales tratados existen. Es más, algunos políticos locales están seguros de que la Corte se declarará incompetente porque ya existen tratados y que la línea del paralelo se mantendrá. Hay muy poca discusión de este tema en medios y casi ninguna explicación de cuáles son los argumentos peruanos.
El problema para Chile es que la posición peruana señala que no existe un tratado de límites entre los dos países. La declaración de Santiago de 1952 reivindica las 200 millas de mar para Chile, Perú y Ecuador pero no fija límites. Y la declaración de Zona Marítima Fronteriza Especial de 1954, que sí señala al paralelo como límite, se negoció para aplicarse únicamente a naves artesanales, de poco porte y que carecieran de instrumentos de navegación. Eso no constituye un tratado de límites para el Perú que, amparándose en jurisprudencia de la Corte, sostiene que los tratados no se infieren, se deducen o se presuponen. Para el Perú, estos instrumentos son acuerdos prácticos preliminares a un tratado de límites, tal como lo reconoce la Convención del Mar. Este es el punto central. Si no hay tratado, la Corte debe fijar el límite de acuerdo con las normas del derecho del mar, las que disponen que, en caso de superposición de áreas, estas se dividen en partes iguales.
La versión oficial chilena alega que la costumbre es fuente de derecho y que el Perú nunca se quejó sino hasta el 2004. Hasta los políticos más informados desconocen el reclamo peruano de 1986 ante Chile en el ya famoso Memorándum Bákula que mereció respuesta oficial de la Cancillería chilena señalando que se estudiaría el problema. El litigio se inició luego de más de 20 años de espera. Y la opinión pública chilena no lo sabe. Si Chile pierde, la sorpresa será mayúscula en estas tierras.

Rosa María Palacios

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