PRÓXIMO CAMPEONATO RELÁMPAGO ORGANIZA ESCUELA DE CONTROL DE TIRO, MES DE JUNIO (FECHA POR CONFIRMAR)

37º ANIVERSARIO (05-03-16)

"JUNTA DIRECTIVA 79 ALFA - ACTIVIDADES 2016

"EL PERUANO DEL MILENIO"

"EL PERUANO DEL MILENIO"
"SEGUID SU EJEMPLO"

"DIA DEL CALDERISTA 2015"

XXXVI ANIVERSARIO 79 ALFA

79 ALFA INICIARÁ ACTIVIDADES 2015

B.A.P. TACNA

"DÍA DEL CALDERISTA NAVAL"

A 135 AÑOS DEL COMBATE NAVAL DE ANGAMOS

8 de octubre 2014 en el Dueñas

UN SOLO NORTE LA INTEGRACIÓN

UN SOLO NORTE LA INTEGRACIÓN
8 DE OCTUBRE. CONMEMORANDO UN ANIVERSARIO MÁS DEL COMBATE NAVAL DE ANGAMOS

BODAS DE CORAL 79 ALFA, MARZO 15 DEL 2014

"EL MAR DE GRAU"

"EL MAR DE GRAU"

"34º ANIVERSARIO 79 ALFA"

SABADO, 08-09-12, J.D. PLANIFICO AGENDA PERIODO 2012-2014 /// "BODAS DE CORAL" 05-03-2014

CENTENARIOS EN EL ORBE

Lunes, 5 de Marzo de 1979

Lima

"BITACORA DE LA 79 ALFA"

AGENDA CENTENARIO 79 ALFA - / Recuerda: "A la Promoción no le falles //////////////////////////ENLACES DEINTERES’http://webstats.motigo.com/sid=4787426http://www.reporterodelahistoria.com/...http://www.wikio.es/sources/promocioncentenario79alfa.blogspot.comhttp://www.universidadperu.com/SECRETOS DE LOS INCAS http://video.google.com/videoplay?docid=6048520804508116357#PORTADAS DE DIARIOS Y REVISTAS http://www.adonde.com/noticias-peru/diarios-lima.php..PORTAL DE LA MUSICA PERUANA http://eruizf.com/musica/canciones_de_felipe_pinglo.html GUERRA DEL PACIFICOhttp://gdp1879.blogspot.com/ RADIOS ON LINE SUDAMERICA http://www.raddios.com/buscar.php?pageNum_buscar=4&totalRows_buscar=83&pais=peru&orden=rand() II GUERRA MUNDIAL DOSSIER http://www.exordio.com/1939-1945/prologo.html http://mochiladejaime.blogspot.com/ CAMPAÑA DE LA BREÑA http://www.fotolog.com/velasquismo/16397099/ http://www.elsnorkel.com/2013/08/listas-para-el-combate-armas-submarinas.htmlCèsar Abraham Vallejo Mendoza.Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, Francia, 15 de abril de 1938. "YA VA A VENIR EL DIA ....... PONTE EL ALMA

martes, 27 de noviembre de 2012

“Hallábase el Coronel Suárez bajo un corredor, firmando una papeleta para distribuir unas pocas libras de carne de llama al Batallón Iquique –35 libras por batallón– cuando, apeándose de sus mulas tres arrieros que habían salido en la mañana a sus quehaceres por los cerros del oriente, corrieron a decirle que el enemigo coronaba las alturas por el lado opuesto. Y no habían aquellos acabado de hablar, cuando otro arriero revolvía del camino de Iquique con la misma terrible noticia… Eran las nueve y media de la mañana del 27 de noviembre cuando oyóse en todos los cuarteles y puntos de hospedaje del bajío el bronco sonar de las cajas de guerra que tocaban generala"…........


LA BATALLA DE TARAPACA
27 de Noviembre de 1879
Tomás Caivano
* Mariano Santos Mateos, 
Vencedor de Tarapacá, 
soldado del Batallón 
Guardias de Arequipa, 
que capturó 
el Estandarte 
del 2do. de Línea
Sin embargo, esta victoria, la única que cuente el Perú en todo el curso de la guerra, y tan bien ganada como hemos visto, no pudo en modo alguno mejorar la suerte de la lucha en la cual se hallaba empeñado, atendida la excepcional condición, que el lector conoce, en la cual se encontraba el ejército vencedor, y que la victoria no modificó ni podía modificar. Tenía necesidad de víveres, de pan; y la victoria conseguida sobre el enemigo no podía dárselos, porque no era éste quien lo privaba de tales artículos de primera necesidad, sino el desierto que lo rodeaba por todas partes, y la incapacidad del Presidente de la República y director supremo de la guerra, que indolente y ocioso en Arica, nada había hecho y nada hizo para socorrerlo. Tenía necesidad de municiones de guerra, de cartuchos; y la victoria no hizo más que hacerle consumar los pocos que aún le quedaban. Su situación, después de la victoria, era todavía más desesperada que antes. Aún prescindiendo de la imposibilidad de mantenerse en Tarapacá sin víveres; si el enemigo volvía al ataque, lo que era fuera de duda, teniendo cerca de siete mil hombres todavía en el próximo campo de Dolores, no hubiera podido responder a sus fuegos, ni aun con un solo disparo.

General Belisario Suárez
De consiguiente, el ejército vencedor se vio obligado a continuar sin demora su marcha hacia Arica, ya fijada para aquel mismo día 27. La victoria no había podido influir más que en retardarla de algunas horas; y a la medianoche, entre el 27 y el 28, mientras los deshechos batallones chilenos, temerosos de ser atacados al amanecer se alejaban a toda prisa del último campo de batalla, las victoriosas fuerzas peruanas, después de haber escondido bajo la arena los cañones tomados al enemigo y que por falta de caballos no podían llevarse consigo se ponían lentamente en camino, tristes y hambrientos, en dirección a Arica.

Gracias a esto, el ejército chileno quedó único señor y dueño en el desierto de Tarapacá; y tanto los hombres políticos como los escritores de Chile sacaron argumento de aquí, para negar la derrota sufrida por las armas de su país en la batalla de Tarapacá, la única que se hubiese realmente combatido hasta entonces; pues, como el lector ha visto, no puede darse ese nombre ni al desigual combate de Pisagua, donde 900 bolivianos y peruanos fueron embestidos por diez mil chilenos, ni a la insignificante escaramuza de San Francisco, que se redujo únicamente al intempestivo y aislado ataque de una sola división peruana contra las formidables posiciones chilenas; ataque que el mismo ejército chileno consideró como un simple reconocimiento preliminar hecho por el enemigo; de tal manera que se preparó para la verdadera batalla que creía aplazada para el día siguiente, y que la deserción de las divisiones bolivianas y la felonía de algunos jefes y oficiales peruanos hizo imposible.

General Juan Buendía
Dice Vicuña Mackenna: “Los dos ejércitos alejábanse del sitio por opuestos rumbos (varias horas después del combate) silenciosos y sombríos… El enemigo que se creía transitoriamente vencedor por las ventajas momentáneas del asalto, comenzaba la fuga hacia Arica, abandonando en el campo de batalla sus heridos (7), los cañones que nos habían arrebatado por acaso, y el país que nosotros habíamos venido a quitarles por la razón o por la fuerza.

¿Cuyo era entonces y en definitiva el vencimiento militar? A la verdad, sí en la quebrada de Tarapacá hubiera habido victoria para los enemigos y provocadores injustos de Chile (siempre la misma fábula del lobo y el cordero), habría sido ella interina, si tal pudiera llamarse, al paso que el éxito de las operaciones que allí terminaron fue para las armas de Chile un éxito asombroso y completo (8).”
El éxito de las operaciones a que se refiere el historiador chileno fue la posesión del desierto de Tarapacá. Pero, como hemos visto ya, esta posesión no fue en manera alguna conquistada por el ejército chileno con la fuerza de las armas; habiendo salido por el contrario, gravemente batido y diezmado, en la única batalla que hubo a sostener con el enemigo en dicho desierto. Esta posesión la obtuvo como simple consecuencia del abandono que hizo de ella el enemigo: abandono que a su vez fue efecto de varias causas, todas independientes de la acción de las armas de Chile; a saber: de la deslealtad o retirada como quiera llamarse, del boliviano Daza; de los malos hábitos revolucionarios de la mayor parte de los jefes y oficiales del ejército aliado peruano-boliviano, y más que todo, de la incapacidad del Gobierno peruano, que dejó su ejército abandonado a sí mismo en medio al vasto desierto, sin víveres y municiones de guerra; de modo que éste debió huir, no del enemigo, sino del territorio mismo que debía defender, y que lo mataba de inanición. Si el general Prado, que permanecía inútilmente en Arica con cerca de 5,000 hombres de los mas escogidos y disciplinados, se hubiese adelantado con una buena provisión de víveres y municiones hacia Tarapacá, como era su deber, inmediatamente que tuvo conocimiento de la vuelta de Daza, los sucesos hubieran ciertamente cambiado de aspecto de una manera muy notable.
La posesión del desierto de Tarapacá no fue de consiguiente, como pretende el historiador chileno, el éxito de las operaciones del ejército de Chile, las cuales no pudieron ser más mezquinas e infelices, a pesar de cuanto lo favoreciera la fortuna, y de los grandes medios de que disponía. Fue por el contrario efecto del inmenso malestar interior que roía por tantos conceptos a las dos repúblicas aliadas Perú y Bolivia; las cuales, así por mar como por tierra, en la batalla de Tarapacá como en las posteriores de Tacna y de Lima, no fueron de ninguna manera vencidas por el enemigo, sino que se echaron a sus pies ellas mismas, deshechas y aniquiladas por sus facciones políticas internas, y por todos aquellos vicios que eran una consecuencia natural de sus muchos años de revolución y desgobierno.
Quedando dueño del desierto de Tarapacá, la posesión de cuyas fabulosas riquezas era desde tanto tiempo su sueño dorado, Chile se lanzó sobre ellas con toda el ansia de una inveterada codicia prodigiosamente crecida con el trascurso del tiempo, de día en día, por el largo esperar y por la necesidad que poco a poco se hacía sentir cada vez mas imperiosa, de aliviar con su producto las exhaustas arcas del Tesoro. Se instaló en aquel territorio como en su casa; y a la par que los productos aduaneros, hizo suyos también todos los del salitre y del guano.

sábado, 24 de noviembre de 2012

PISAGUA, 2 DE NOVIEMBRE DE 1879///////Los batallones bolivianos Victoria e Independencia se dirigieron a su país. El incendio de más de cuarenta mil quintales de salitre consumó la derrota.


La defensa de Pisagua
Escribe: Jorge Basadre
(Basadre 1968-70, VIII: 118-120)

    Como el ejército aliado de Tarapacá se concentró en Iquique y sus inmediaciones, el ministro de Guerra chileno Rafael Sotomayor que dirigía el ejército, decidió combatirlo desembarcando al norte de Iquique. Con ello se interponían los invasores entre Tacna y Tarapacá; impedían la unión de las fuerzas acantonadas separadamente en las dos zonas; cortaban, asimismo, la retirada de los aliados desde Tarapacá; y se ponían en aptitud de batir por separado a los refuerzos que podían enviarse desde Tacna.
Coronel Isaac Recavarren, Héroe de Pisagua
    No se decidió Sotomayor por un desembarco en Iquique donde tenía que combatir frontalmente con el grueso del ejército enemigo antes de situar en tierra la artillería, los caballos y los bagajes. El puerto de Pisagua, ubicado a 85 kilómetros al norte de Iquique, situado, por lo tanto en la posición estratégica buscada, tenía la ventaja de contar con el ferrocarril de 73 kilómetros que lo ponía en comunicación con Dolores, uno de los tres pozos de agua potable en la árida región salitrera. Los otros dos pozos eran Pozo Almonte conectado por vía férrea con Iquique; y San Lorenzo, cuya comunicación ferroviaria era con Patillos, punto situado al sur de Iquique y, por lo tanto inservible para los objetivos de la invasión. Otro lugar posible de desembarco era Caleta Buena; pero estaba demasiado cerca del ejército aliado que podía movilizarse sobre la fuerzas invasoras antes de que concluyeran las operaciones de desembarco y afianzamiento sobre el terreno conquistado; con el agravante de que la marcha sobre Iquique desde ahí no podía ser por ferrocarril y no hubiera contado con servicios de agua potable.
Pisagua
     El plan de Sotomayor fue tomar Pisagua con una fuerza aplastante, hacer avanzar al ejército al interior con rapidez utilizando el ferrocarril de Agua Santa y establecerlo en una oficina donde abundara el agua, con lo cual quedaba afianzada y organizada una base de operaciones en aquel puerto.
     Poco después de la captura del Huáscar empezó el movimiento de avance de los chilenos acampados en. Antofagasta, cuyos efectivos habían sido reforzados con contingentes del Sur y con los obreros de las salitreras que les sirvieron de inmejorables guías. Más o menos diez mil hombres, con ochocientos de caballería y treinta cañones de campaña, se dirigieron a Pisagua el 28 de octubre en quince transportes convoyados por cuatro buques de guerra. Los mandaba el general Erasmo Escala, con el ministro de guerra Rafael Sotomayor.
Pisagua puerto
     Al arribar los chilenos a Pisagua el 2 de noviembre, encontraron una heroica resistencia en la débil guarnición compuesta por unos ochocientos bolivianos de la división mandada por el general Pedro Villamil y unos quinientos guardias nacionales y otros habitantes de la localidad, al mando del coronel Isaac Recavarren (2 de noviembre). La dirección general de la defensa estuvo a cargo del general Juan Buendía que, sin saber lo que iba a ocurrir, hallábase de visita en Pisagua para asistir al bautizo de las baterías o con motivo de la noticia de que los bolivianos pretendían retirarse; según una versión que Buendía no confirma en su memoria recientemente publicada. El combate se inició al bombardear la ciudad los buques .de guerra, cuyos cañones cubrieron el desembarco de los soldados, después de haber logrado el silencio de los improvisados fuertes. Los rifles no podían combatir con los cañones. La superioridad numérica de los atacantes era abrumadora. Un precipicio escarpado y arenoso corona la pequeña ciudad de Pisagua, edificada al borde de la playa y de donde sube en zigzag el ferrocarril. El asalto de los chilenos acabó por dominar a la pequeña fuerza defensora, parapetada tras de las rocas, los sacos de carbón y la vía férrea. El incendio de más de cuarenta mil quintales de salitre consumó la derrota. Se retiraron los peruanos hacia Agua Santa, al final de aquella línea la lucha había durado siete horas. Los batallones bolivianos Victoria e Independencia se dirigieron a su país.
      Entre quienes se distinguieron en el combate de Pisagua estuvo Hortensia Ceballos de Ruíz. Su esposo, su padre y sus dos hijos pelearon en esta jornada. La familia Ruíz era una de las más acaudaladas del puerto y acaso por ello su casa fue asaltada con especial afán por los invasores con el fin de saquearla. Allí estaba Hortensia y para no caer viva en poder de ellos se suicidó con una bayoneta que le alcanzó a su esposo Alejandro Ruiz. Este murió entonces con toda la familia.
      Los defensores de Pisagua marcharon al sur a pie para reunirse con el resto del ejército aliado; pero cometieron el error de no inutilizar las tres locomotoras y muchos carros del ferrocarril allí existentes, ni a los víveres y forrajes, los postes del telégrafo y los estanques, todo lo cual fue luego aprovechado por el enemigo. Así recibió éste el obsequio de los mejores elementos en el desierto: la movilidad y el agua.
      La ciudad de Pisagua conoció los horrores del saqueo. Se ha dicho que al ser ella capturada, “la puerta del Perú fue sacudida de sus goznes”. Estratégicamente este acontecimiento vino a ser muy importante, pues, con la captura de dicho material, los chilenos estuvieron en condiciones de penetrar en el interior, pudiendo, al mismo tiempo, surtirse del recurso para combatir la sed. Además el ejército aliado que estaba en Tacna quedó cortado del de Tarapacá.

Fuente:
Basadre, Jorge. 1968-70. Historia de la República del Perú. 6ta. ed. Lima: Editorial Universitaria, vol. VIII.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Pronto el desafío de poseer Tarapacá pasaría, de lo militar a lo financiero


Iquique, 23 de noviembre de 1879
Aún cuando no se habían hecho esfuerzos efectivos para perseguir al ejército aliado que encabezaba el general peruano Juan Buendía después de los combates librados en Dolores, limitándose el mando chileno encabezado por el general Erasmo Escala a realizar algunas incursiones en los alrededores de Porvenir, al menos una de las medidas tomadas fue apoderarse del abandonado e indefenso puerto de Iquique.
Iquique 1879
Puerto de Iquique 1879
Así, cuando el General en Jefe Escala ya había renunciado a perseguir a las tropas aliadas, como consta en los testimonios del Manuel Baquedano y Rafael Sotomayor, el 20 de noviembre envía una nota al Ministro de la Guerra para indicarle que pensaba enviar una fuerza de 3.000 hombres en dirección a Iquique, "y una vez que conozca bien -agrega- lo que haya de positivo sobre el ejército de Daza que pudiera venir a presentarnos combate, o a reunirse con los dispersos de ayer enviaré más fuerzas hacia adelante". Como sabemos, el ejército del dictador boliviano ya entraba en Arica y él iba de vuelta a Tacna, adonde ingresaría el 23.
A esta nota de Escala, el Ministro Sotomayor respondió que sería imprudente enviar una división por tierra sin resolver antes los problemas de avituallamiento imprescindibles para semejante caminata por el desierto, y remataba indicando al general que iría hasta Dolores para conferenciar con él. Aceptadas las sugerencias del Ministro, Escala lo esperó, y en la reunión sostenida se llegó a la conclusión que, una vez subsanadas las necesidades de la división requerida, saldría una columna de 2.000 hombres por tierra, en tanto el propio Ministro encabezaría una expedición por mar con otros 1.000 correspondientes a un batallón del Regimiento Esmeralda acampando en Hospicio, y otro del Lautaro que estaba próximo a arribar a Pisagua, esperando a las fuerzas terrestres de Escala en la bahía de Iquique, de manera que se procedería a exigir la rendición de la plaza cuando el conjunto estuviera listo.
En el regreso a Pisagua del Ministro Sotomayor y entrando en este puerto en la mañana del 23, se encontró con la Covadonga que, enviada por el comandante Juan José Latorre sito en Iquique, le informaba de la rendición del puerto iquiqueño.
Lo sucedido era que el coronel peruano José Miguel Ríos, jefe de la plaza, al recibir el correo enviado por el general Buendía el 22 de noviembre en que le informaba la situación y le ordenaba replegarse a la quebrada de Tarapacá con sus fuerzas, procedía rápidamente a destruir documentos, arrojar al mar todo el parque del ejército que no podía cargarse en la marcha y "clavar", inutilizando, los cuatro cañones de los fuertes del Morro y del Colorado.
Ante las noticias del abandono, que corrieron como reguero en el pueblo, muchos optaron por seguir a las tropas hacia el interior, huir en los vapores que hacían el tránsito por Iquique y otros asilarse de inmediato en los buques neutrales anclados en la rada del puerto. Entre estos últimos, el propio Prefecto de Iquique, el general peruano Ramón López Lavalle que a toda prisa embarcó en el navío inglés HMS Turquoise. El coronel Ríos comunica al Cuerpo de Cónsules de la ciudad que ésta queda bajo su custodia, incluyendo los marinos de la Esmeralda que permanecían cautivos allí (los oficiales habían sido trasladados a Tarma) y el hospital con sus heridos y enfermos. El mismo 22 se retira, dejando librada a su suerte a la población de Iquique.
Rápidamente los cónsules toman decisiones en una reunión a la que no asisten autoridades peruanas, excepto el capitán de puerto Antonio C. de la Guerra, y resuelven dotar a los bomberos de compañías extranjeras con los medios armados para imponer orden, y a su vez comunicarse con el comandante Latorre, jefe del bloqueo a bordo del blindado Cochrane, para informarle de la situación y entregarle la ciudad. El bote que lleva a los diplomáticos al Cochrane regresa en la certidumbre de los cónsules, que el puerto será ocupado pacíficamente por las fuerzas chilenas.
El 23 de noviembre entran a Iquique los 125 marineros de la dotación del Cochrane, de la Covadonga y algunos de Artillería de Marina que pertenecían a la guarnición del blindado, al mando del segundo comandante del Cochrane, capitán de corbeta Miguel Gaona Yáñez, quien asume, además, como Jefe de la plaza. El teniente del Cochrane, Juan M. Simpson se hace cargo de la seguridad pública. El principal puerto de Tarapacá y puerta principal de embarque de salitre del Perú pasaba a manos chilenas sin dispararse un tiro. Ahora, la bandera de Chile flameaba definitivamente en esa ciudad.
El comandante Latorre envía a la Covadonga que, como hemos indicado, ingresa a Pisagua en la madrugada del 23, informando al Ministro de la Guerra del desenlace tranquilo de la toma, por lo cual el Ministro procede ese mismo día en la tarde a embarcar al batallón del Esmeralda, y junto al general Escala se trasladan a Iquique. En la misma tarde, se hace el acto de entrega formal de la plaza, estableciéndose al capitán de navío Patricio Lynch como Comandante de Armas de Iquique (hasta ahí era el comandante encargado del transporte, siendo reemplazado por el capitán Baltasar Campillo).
Pronto el desafío de poseer Tarapacá pasaría, de lo militar a lo financiero. Administrar los negocios del salitre y el guano absorberían al Gobierno de Aníbal Pinto que debía equilibrar los intereses nacionales con los privados, donde estaban involucrados grandes empresarios británicos y franceses. Para resolver estas delicadas cuestiones fue nombrado Delegado Fiscal de Tarapacá el señor Baltasar Sánchez Fontecilla. Otra serie de funcionarios fueron en su auxilio, y aún cuando no fue fácil volver a mover a la industria salitrera, el 5 de enero de 1880 el jefe de hacienda del territorio ocupado, Miguel Carreño, envió el telegrama anunciando el embarque de los primeros 1.164 quintales por ese puerto. Chile comenzaba así a recibir los ingresos que, arrebatados a las arcas peruanas, ahora irían a insuflar aire a las ahogadas finanzas del país. Al menos los medios económicos para arremeter grandes jornadas de la guerra comenzaban a entrar lentamente al fisco.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La declaración de Santiago de 1952 no fija límites


Desde el terreno del adversario
Domingo, 18 de noviembre de 2012 | 5:00 am
“El Perú no puede desconocer los tratados que ha firmado” se repite aquí, en Santiago de Chile, al unísono. En los últimos tres días he tenido la oportunidad de conversar con mucha gente sobre el litigio que Perú y Chile ventilan en la Corte de La Haya sobre límites marítimos, y el mensaje oficial parece haber calado hondo. El pueblo chileno está absolutamente convencido de que existen tratados entre Chile y Perú que fijan los límites, desde la década del cincuenta, en el paralelo marítimo que nace en la frontera terrestre.
Sin embargo, al igual que en nuestro país, existen distintos niveles de la compresión del problema. Conversé durante una hora con transeúntes de una céntrica calle de Santiago. Muchos no tenían un conocimiento mayor del tema, pero todos manifestaron una desconfianza enorme hacia el Perú. Somos vistos como un país informal, que no cumple su palabra y que los ha “invadido” de peruanos que les quitan trabajo. Un par de personas me pidieron explícitamente que todos los peruanos se vayan de Chile. Me sorprendió que exista un sentimiento antiperuano tan extendido como nuestro antichilenismo histórico. Como dirían algunos, ¿el sentimiento es mutuo?
Los que conocían un poco más del tema repitieron una y otra vez la historia de los tratados de límites que el Perú no quiere reconocer, pero no podían señalar ni años ni contenido de estos. La versión oficial, desde que se inició el litigio, les ha dado garantías sólidas una y otra vez a los chilenos diciendo que no hay nada de qué preocuparse porque tales tratados existen. Es más, algunos políticos locales están seguros de que la Corte se declarará incompetente porque ya existen tratados y que la línea del paralelo se mantendrá. Hay muy poca discusión de este tema en medios y casi ninguna explicación de cuáles son los argumentos peruanos.
El problema para Chile es que la posición peruana señala que no existe un tratado de límites entre los dos países. La declaración de Santiago de 1952 reivindica las 200 millas de mar para Chile, Perú y Ecuador pero no fija límites. Y la declaración de Zona Marítima Fronteriza Especial de 1954, que sí señala al paralelo como límite, se negoció para aplicarse únicamente a naves artesanales, de poco porte y que carecieran de instrumentos de navegación. Eso no constituye un tratado de límites para el Perú que, amparándose en jurisprudencia de la Corte, sostiene que los tratados no se infieren, se deducen o se presuponen. Para el Perú, estos instrumentos son acuerdos prácticos preliminares a un tratado de límites, tal como lo reconoce la Convención del Mar. Este es el punto central. Si no hay tratado, la Corte debe fijar el límite de acuerdo con las normas del derecho del mar, las que disponen que, en caso de superposición de áreas, estas se dividen en partes iguales.
La versión oficial chilena alega que la costumbre es fuente de derecho y que el Perú nunca se quejó sino hasta el 2004. Hasta los políticos más informados desconocen el reclamo peruano de 1986 ante Chile en el ya famoso Memorándum Bákula que mereció respuesta oficial de la Cancillería chilena señalando que se estudiaría el problema. El litigio se inició luego de más de 20 años de espera. Y la opinión pública chilena no lo sabe. Si Chile pierde, la sorpresa será mayúscula en estas tierras.

Rosa María Palacios

miércoles, 14 de noviembre de 2012

13 DE NOVIEMBRE


OPINION: Jaime Salinas y el derecho a la insurgencia
Martes, 13 de noviembre del 2013 /// 18:21
FRANCISCO MIRÓ QUESADA RADA
Director de El Comercio
Un día como hoy, hace veinte años, el general Jaime Salinas Sedó, ya en retiro, y 25 oficiales de las Fuerzas Armadas, entre los que se encontraba el vicealmirante Augusto Vargas Prada, insurgieron contra la dictadura de Alberto Fujimori. Actuaron en su ley, porque creyeron y creen en la democracia, pero actuaron de acuerdo con ley, porque la Constitución que regía en aquella época, como la vigente, establecía el derecho que tiene el pueblo de insurgir contra cualquier gobierno usurpador, no importa cuál sea su naturaleza: civil, militar o cívico-militar, como precisamente fue el gobierno de Alberto Fujimori, una dictadura cívico-militar, en la cual las Fuerzas Armadas en ese entonces se plegaron para “disolver” el Congrego y controlar los otros poderes del Estado.
A dos décadas de la sublevación del general EP y 25 oficiales
 de las FF.AA. contra el régimen de Alberto Fujimori
Este intento abortó por la acción del traidor Elías Moyano, de esos traidores que desgraciadamente han existido a lo largo de la historia de la humanidad, empezando por Judas, aunque recordemos que el valeroso Leónidas en las Termópilas fue finalmente derrotado por Jerjes debido a una traición, acto despreciable basado en la maldad, el engaño, la absoluta mentira y la hipocresía.
Recordemos este hecho como el primero en el que se insurge para que se cumpla la ley, retornar al estado anterior, y que el pueblo elija a sus autoridades. Solo unos pocos lo ayudaron, solo unos pocos se plegaron a la acción, pero eso no importó, porque Jaime Salinas y los demás oficiales fueron un ejemplo de coraje ante el poder del dictador. No solo tuvieron valor moral para decirle no al poderoso, sino valor físico. Estaban dispuestos a dar su vida para derrocar al tirano, que, al contrario de estos valerosos, huyó cobardemente a esconderse a la Embajada de Japón, bajo el argumento de que lo querían matar. Realmente asombroso: no enfrentó a un puñado de bravos teniendo un ejército a su disposición y fue precisamente todo lo contrario, porque el traidor y los esbirros al servicio de la dictadura intentaron asesinar a Salinas persiguiéndolo por media Lima.
Por eso, Jaime Salinas Sedó, como bien dijo nuestro recordado Francisco (Paco) Igartua, es “de esos hombres escogidos, que prefieren seguir el mandato del deber antes que plegarse al éxito y al tumulto”.
Dio un gran paso histórico, marcó la ruta para que años después otros peruanos insurgiéramos a través de los Cuatro Suyos, movimiento encabezado por otro defensor de la democracia y luego presidente, Alejandro Toledo también insurgió en las postrimerías y en plena agonía del fujimorismo el actual presidente, durante el llamado levantamiento de Locumba en Moquegua.
General EP (r) Jaime Salinas Sedó
Pero, como sucede en la historia, todavía el Estado no ha hecho justicia con los demócratas insurgentes; quedan pendientes algunas cosas como la ejecución del pago de la reparación económica, por daño moral, lucro cesante y daño emergente ocasionado por la injusta carcelería que sufrieron, y ascender al grado inmediato superior a todos los oficiales que participaron en los sucesos del 13 de noviembre de 1992.
Señor presidente, es un deber moral condecorar con la Orden del Sol en el grado más alto al general Jaime Salinas y a los demás oficiales, porque gracias a ellos los peruanos disfrutamos de esta democracia, que, aunque feble, es mejor que la mejor de las dictaduras.
Jaime Salinas Sedó es la expresión de lo que dijo en alguna oportunidad José Ingenieros, cita que asume el mismo general Salinas en su artículo “En honor a la verdad”: “Cuando la conciencia moral considera que la autoridad es ilegítima, obedecer es una cobardía y el que obedece traiciona a su sentimiento del deber”.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Solo cabe un rey: la ley


Tiro por la culata (Editorial "El Comercio")
Con sus declaraciones, Kenji Fujimori no ha ayudado a su causa
http://www.desdeeltercerpiso.com/2012/11/de-la-pizarra-a-las-fotos/
Aparentemente, cuando Kenji Fujimori describió la habitación de su padre, buscaba sensibilizar a los peruanos: “Su cuarto tiene una cama, dos sillas, un estante para sus libros, un clóset y servicios higiénicos, por lo que no se puede hablar de una cárcel dorada”. El hijo del ex presidente, probablemente pensando en ganar simpatías por el indulto, quería que la opinión pública sintiera que su padre vive en una prisión frugal.
El problema de estas declaraciones, sin embargo, fue la incapacidad de su autor de ubicarlas en perspectiva. La prensa demostró rápidamente que el ex presidente vive en unos ambientes inconmensurablemente más amplios y confortables que los del resto de nuestros presos sentenciados por delitos similares a los suyos (incluidos los de corrupción) y que, incluso, millones de peruanos que no están en prisión. El tiro de Kenji Fujimori, pues, salió por la culata.
Por otro lado, incluso si Fujimori estuviera encarcelado bajo las mismas durísimas condiciones que soporta la mayoría de presos en el Perú, esa no debería ser razón para su indulto. Como este Diario ha sostenido varias veces ya, el indulto solo procedería sobre bases humanitarias objetivamente comprobadas (las mismas que al día de hoy no han sido demostradas) y siempre que se indultase también al resto de reos en la misma condición.
Esta sería la única forma coherente de aplicar en un Estado de derecho como el nuestro una institución que es un rezago monárquico; el equivalente político del apéndice, una parte del cuerpo social vuelta inútil –y un eventual peligro– por la evolución. Y es que ahí donde todos los que están en las mismas condiciones deben ser tratados igual no cabe otorgar poderes discrecionales al presidente para hacer diferencias. En las democracias, en fin, solo cabe un rey: la ley.

lunes, 5 de noviembre de 2012

"Platero"


El idiota de la familia
Publicado: Jueves 11 de octubre del 2007
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Gustave Flaubert aprendió a leer sólo a los siete años. Por eso es que Sartre tituló las casi 4,000 páginas de su biografí­a flaubertiana como ¡El idiota de la familia!.
Pero he aquí­ que el chico atontado por el padre repulsivo es el que construye, muchos años después, ¡Madame Bovary!, una de las novelas que más se aproximan a la perfección !“si por perfección entendemos aquello que posee todo lo que le es necesario!“.
En otras latitudes, en otros temas, hay también niños apagados que luego deslumbran y jóvenes que prometen y más tarde tornan en deudores crónicos.
El caso de Aldo Mariátegui es particularmente delicado. Lleva un apellido que significa mucho para el Perú y para la inteligencia latinoamericana y, hasta ahora, ha hecho todo lo posible por ensuciarlo y comprometerlo con la derecha de los Agois, esa banda familiar.
Digamos que si Flaubert fue un niño idiota que más tarde escribió como un genio, nuestro Aldito es un niño genio que terminó escribiendo como un idiota. Y esto que temas de envergadura no le faltan:
!“Podrí­a indagar en quÉ quedó la denuncia de la congresista Anel Townsend y la investigación abierta por la jueza anticorrupción Juana Meza en relación a las sumas de dinero que Gabriel Garcí­a Pike !“contacto de los Agois y Montesinos!“ le entregó a la empresa que imprime hoy Correo y que en ese entonces publicaba el asquerosamente Fujimorista Ojo.
!“Podrí­a encargar una investigación que averiguara cómo ha hecho Perú 21 para birlarle un tercio de su lectorí­a en menos de un año y cómo es que la publicidad ha descendido de 350,000 a 50,000 dólares mensuales.
!“Podrí­a !“nostálgico, casi lamentando no haber estado en esas correrí­as!“, podrí­a preguntarle, digo, al capitán del ejército (r) Mario Rafael Ruiz Agí¼ero cuántas veces vio entrar a Enrique Agois Banchero a las oficinas del SIN y a la salita fí­lmica de Montesinos.
!“Podrí­a indagar, para su propio bien, cómo es que Epensa, la empresa de la que se sirve, recibió en el año 2006 la suma de 375 mil dólares pagados por la Sunat como concepto de publicidad, a pesar de que Epensa le debe a la Sunat treinta veces más de lo que ¡receptó! como alivio de caja.
Podrí­a preguntarle a Luis Agois Banchero !“un idiota menor de la familia Agois!“ por qué tuvo que admitir que, en efecto, visitó a Vladimiro Montesinos en la famosa salita color caca !“fue en 1999!“ y, sobre todo, por quÉ dijo algo que hoy suena más idiota que nunca: ¡Fui dos veces pero sólo a conocerlo y para hablar de asuntos de coyuntura nacional, como la firma de paz con Ecuador!.
!“Tema mayor para salir de la monotoní­a coprolálica y ¡liberal! al tanto por ciento serí­a que este ex chico, empeñado en orinar el árbol genealógico de la familia, buceara en la famosí­sima agenda de Montesinos y preguntara por qué allí­, muy destacadamente y con todas sus direcciones y teléfonos, aparece el nombre de Carlos Manrique Negrón !“llamado por la periodista Patricia Caycho, de Caretas en aquel entonces, ¡el contacto de Montesinos con Epensa!!“.
!“Para hacer más emocionante este safari por La Chira del Fujimorismo a tanto la página, Mariátegui podrí­a mandar a preguntarle al contralmirante Humberto Rozas Bouniccelli (ex jefe formal del SIN) por quÉ declaró ante taquí­grafos, en el 2003, que Gabriel Garcí­a Pike estaba destacado en el SIN por el ministerio de Relaciones Exteriores ¡pero todos sabí­amos que se reuní­a con Montesinos en su condición de enlace con Epensa!, la empresa de Correo, la de los milagros tributarios que se multiplican a cambio de bragas que se regalan.
!“Temas hay de sobra para el respetable. Está el asunto, por ejemplo, de Miguel Santillana, el columnista que Mariátegui despidió porque se metió con quien le habí­a pagado (a Mariátegui, claro está) una cara consultorí­a: Hernando de Soto, que no nació en Suiza como alguien presume y que se llama Hernando Soto nomás.
!“Otro tema posible es de ¡La Cofradí­a!, un club exclusivo al que este amauta de nadie asiste religiosamente. Para definir a ¡La Cofradí­a! en relación al guauguau de los Aguá, nadie mejor que Gustavo Gorriti: ¡Y cuando Aldo Mariátegui mencionó las logias que se protegen entre sí­, pensé por un momento que se iba a referir a La Cofradí­a, ese grupo, al que asiste, de lobií­stas, relacionistas públicos de grandes empresas, manejadores de imagen, sachaperiodistas extorsionadores y algunos periodistas, que se juntan en alegre promiscuidad y, entre chistes, chismes, peleí­llas y acuerdetes, cartelizan clientes, cotos y protecciones!. Gorriti termina en ese párrafo hablando del ¡hilo dental cofrade!, frase que !“me imagino!“ debió de enfurecer hasta la pataleta al director de Correo. Quizás reaccionó como cuando Raúl Wiener lo llamó ¡la otra Chichi!.
En todo caso, hablando del hilo dental del periodismo cofrade, nada más opulento, suntuoso y españolmente culón que lo que hizo hace poco Aldo Mariátegui: viajar a Tailandia con todo pagado !“incluidas las distracciones!“ por la empresa franco-belga Suez Energy, que Alan Garcí­a mima y protege y a la que le ha prometido, sin concurso alguno, una buena tajada en el proyecto Camisea III. Como lo ha recordado Raúl Wiener a propósito del tema, Suez Energy es el principal generador eléctrico del norte de Chile y tiene intereses concretos en lograr que parte del gas de Camisea colabore en la solución energética de los Chilenos.
Un director que se permitiera tamaños manoseos en el hilo dental serí­a despedido por el indignado directorio de una empresa periodí­stica decente. Pero, claro, no estamos hablando sino de lavadores de sus propias deudas.
Lo más divertido de Aldito Mariátegui es que es más ignorante que Alan Garcí­a y, sin embargo, es uno de sus más puntuales consejeros.
Lo que pasa es que es un ignorante brioso y locuaz, verborreico y casi flamante en su sanchecerrismo recargado. Garcí­a lo debe escuchar tan embobado como cuando escucha el sentido común de otros negociantes que le están haciendo creer que no hay opciones y que la derecha de los Agois es sinónimo de globalización.
Es tan ignorante el pobre Aldito que cree que no debe escribirse ¡finlandÉs! como gentilicio sino más bien ¡finÉs!. Y dice que la Real Academia acepta con las justas el término finlandÉs y cita a Casares y a Moliner para que crean que Él lee a Casares y a Moliner, cuando lo que lee !“y de allí­ viene el fast food cerebral que vierte en Correo!“ es la rica Wiki, o sea la Wikipedia, el atajo perfecto para fingir que sabes de algo.
No, Aldito, no seas tan bruto (no vaya a ser que hasta los Agois se den cuenta). El Diccionario Panhispánico de Dudas, editado por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española bajo el auspicio del Instituto Cervantes, dice en su edición del 2005:
¡FinÉs !“sa!¦ Como sustantivo masculino designa la lengua que hablan los habitantes de Finlandia. Es, pues, sinónimo de finlandÉs; no obstante, en el uso suele preferirse la voz finlandÉs como gentilicio de Finlandia y finÉs como nombre del idioma que se habla en dicho paí­s!¦! (Página 296)
¿Entendiste, burro? FinÉs y finlandÉs son términos semejantes y complementarios. No son estrictamente idénticos. Porque, además, finÉs serí­a un gentilicio que excederí­a los confines de Finlandia, ya que alude a territorios más extensos al norte de Europa. Y no es que finlandÉs este subvaluado por el DRAE. Si lo hubieras consultado antes de lanzarte por la ñata el antihistamí­nico que te sobresalta habrí­as descubierto que en la página 971 del primer tomo de la última edición del DRAE figura lo siguiente:
¡FinlandÉs, sa. Adj. Natural o oriundo de Finlandia. íš. t. c. s./ 2Perteneciente o relativo a este paí­s de Europa!. Y, claro, en la página del frente también figura finÉs, con los matices que más o menos se han descrito lí­neas arriba.
Pero este Platero disfrazado de ganador del derby de Kentucky no sólo es ignorante. También puede ser un canalla que hace ostentación de sus pocas lecturas. Se ha atrevido, por ejemplo, a decir que el mejor de todos los peruanos, Miguel Grau, debió de ser juzgado por el fuero militar porque se puso a salvar Chilenos sobrevivientes de la Esmeralda en vez ¡de unirse a La Independencia! y hundir juntos a La Covadonga!.
En la cima de las emociones de este almirante Nelson versión Play Station, Aldito escribe: ¡Si (yo) hubiera sido ministro de Guerra durante la guerra con Chile, Grau hubiera tenido un serio problema conmigo para explicarme por qué diablos perdió valiosos momentos en ponerse a recoger enemigos tras hundir a La Esmeralda en Iquique en lugar de unirse a La Independencia y hundir juntos a La Covadonga!.
¡No es una calumnia! ¡Eso es lo que ha escrito el idiota de la familia Mariátegui! (Correo, martes 9 de octubre del 2007, página 2).
Aparte de las í­nfulas, que son de camisa de fuerza y tomografí­a de azotea, aquí­ lo importante es la ignorancia y el atrevimiento de cuestionar uno de los pocos gestos que honraron la guerra que el Chile rapaz de siempre nos declaró.
Mientras el Huáscar y la Esmeralda combatí­an, la Covadonga ya habí­a huido. La orden de perseguir a La Covadonga la dio el propio Grau y la asumió la fragata peruana Independencia. José Rodolfo del Campo, corresponsal de El Comercio a bordo de la Independencia, describió como pocos la fatalidad de la nave:
¡Pronto perdimos de vista al Huáscar porque la Independencia perseguí­a a la Covadonga que se dirigí­a barajando las puntas de la costa en dirección a la caleta de Cavanches!¦Las balas de cañón caí­das hasta ese momento en la nave fueron 8: la que rompió la escotilla de máquina; otra en la baterí­a de estribor; la del lado del portalón, que mató al centinela, destrozó completamente un bote y astilló la batallola; dos en la obra muerta de la popa; y las otras en la dirección de la proa, las mismas que dividieron el puente del Comandante y cortaron la telera!¦El cañón Vavasseur de proa, al hacer su undécimo disparo, se habí­a inutilizado!¦Estrechada contra la costa la Covadonga, consideró el comandante More que habí­a llegado el instante mismo de usar el espolón; y lo intentó dos veces pero no pudo conseguirlo porque no habí­a agua suficiente para el calado del buque!¦Cuando el Comandante, para conservar la proa clara de la punta Sur de la ensenada y tomar al buque enemigo pos la misma popa, mandó toda la caña a babor, los timoneles, los peores que tení­amos, pues los tres mejores estaban ya fuera de combate, equivocaron la orden y giraron la rueda a babor. Notando el Comandante esta falta y comprendiendo que se acercaba demasiado a tierra, mandó dar atrás con toda fuerza, pero ya era tarde. Habí­amos encallado junto a Punta Gruesa, a doce millas al sur de Iquique, frente a la caleta Molle (norte de Tarapacá), en una roca que no estaba marcada en el plano, a 4 millas de la playa!.
La Covadonga, salvada por el práctico inglés Stanley, que fue en ese trance su verdadero capitán, pasó junto a la trágica Independencia y disparó a cubierta matando al alférez de fragata Guillermo Garcí­a y Garcí­a.
El relato del corresponsal José Rodolfo del Campo aclara cualquier infamia de los insignificantes: ¡!¦esperábamos tranquilos que regresara de tierra alguna embarcación cuando divisamos al Huáscar, que vení­a de echar a pique a la Esmeralda y que perseguí­a a la Covadonga!.
En efecto, tras hundir al Esmeralda a las 12 con 10 minutos p.m. de aquel 21 de mayo de 1879, Grau recogió a los prisioneros rendidos y fue en busca de la Covadonga. ¿Por quÉ no la alcanzó? El mismo Grau lo narra así­: ¡Preferí­ proseguir la persecución de la Covadonga por otras tres horas, hasta que convencido por la distancia de diez millas que nos separaba de ella, de que no podrí­a estrecharla antes de la puesta del sol, creí­ conveniente desistir del empeño y volver en auxilio de la Independencia. Pude entonces apreciar que la pérdida de la fragata era total y mandÉ mis embarcaciones por la gente que habí­a a su bordo, dando la orden de incendiar el buque! ( (Parte de Grau, al ancla en Iquique, mayo 23 de 1879).
¿Es posible que un hombre como Grau pueda ser manoseado por el escriba de los Agois, los que hicieron su vida en el mar de las oportunidades, los herederos no de Grau sino de Lucho Banchero, el hombre que descubrió que la anchoveta es lo mejor para engordar a los puercos en Europa?
Todo es posible en el Perú.

César Hildebrandt Pérez-Treviño